Cuando André Breton firmó con León
Trotski y Diego Rivera el “Manifiesto por un Arte Revolucionario
Independiente”, México (1938), jamás pensó que se caricaturizara su
compromiso.
El surrealismo político al servicio de la corrupción y la
putrefacción social es una realidad en nuestro país, resultado del
ejercicio espurio del poder, donde se alternan los falsos líderes de la
partidocracia...
Por esa sinrazón, cuando el
surrealismo político llega al tope de la degradación ético-moral, como
expresión dialéctica, el expresionismo ideológico tiene que asomar la
cabeza necesariamente.
Entonces, no debe alarmar que un
intuitivo seguidor del expresionista Matthias Grünewald haya dejado
‘olvidado’ en el ascensor ejecutivo de la JCE lo que los franceses
llaman un ‘sac de merde’.
La funda negra pasó desapercibida por
horas, porque le precedía el hedor esparcido en el centro de cómputos y
en todo el edificio de la JCE, así como en sus réplicas municipales en
todo el país.
Así, pues, que lo conocido en castellano como ‘funda de caca’, pasa a ser puro simbolismo expresionista.
Una vez más, ha quedado demostrada la
podredumbre de este sistema político y la catadura de sus ‘líderes’ más
relucientes, verdaderos sepultureros de este capitalismo dependiente y
atrasado.
Por el momento, la crisis política ha
sido contenida por la intervención directa del Departamento de Estado,
vía el embajador Raúl Izaguirre, que no desea a la gente con la tea en
la mano.
El imperio y sus incondicionales
intuyen que el verdadero poder del pueblo está en las calles, no en las
urnas. Y que a los grandes cambios en la historia, siempre les han
precedido partos muy dolorosos.
Esta pseudodemocracia aún no ha cerrado su ciclo vital. Habrá que esperar… y procurarlo.
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