Por
ANULFO MATEO PÉREZ
Los
representantes de este injusto sistema de dominación se empeñan en ser los
sepultureros de la mentada “democracia representativa”, pese a su olímpica
hipocresía en elogiarla.
Cierto
que el capitalismo lleva en sí mismo el germen de su destrucción, pero sus
apologistas y beneficiarios hacen todo lo necesario para que colapse al más
corto plazo, emulando a Chacumbele… que él mismito se mató.
Crean
y multiplican de forma progresiva inequidad, exclusión, hambre, desempleo,
insalubridad, analfabetismo, corrupción de Estado y los abusos desde el Poder;
empujan hacia el precipicio.
Desde
los tres poderes del Estado cavan su propia tumba. La política de inflar la
deuda externa sigue siendo la primera opción para alimentar al boa, no así para
combatir las miserias del país.
Invierten
los recursos públicos en proyectos que poco o nada resuelven, mientras
descuidan la educación, salud y alimentación de la gente.
La
nómina del Estado crece a pasos agigantados para fortalecer el clientelismo
político.
Un
examen al mundillo del Congreso Nacional, Poder Ejecutivo y Poder Judicial no
deja ningún resquicio de duda de que el ¿orden? establecido le está llegando su
final.
La Constitución de la República la reforman a
su antojo cada vez que lo desean. Las leyes son elaboradas de igual forma, pero
no las respetan ni las hacen respetar. Los tribunales de la República son escenarios
del tráfico de mercaderes.
Pese
a la grave crisis económica, siguen matando bosques, ríos y envenenando el
medio ambiente para multiplicar sus riquezas; son el relevo de los que antes
también devastaron nuestras montañas, saquearon nuestro oro, níquel y bauxita…
Siembran
vientos; entonces, sin poder evadirlas, cosecharán las tempestades.
5/Noviembre/2011.
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