Raíces Radio

sábado, 1 de agosto de 2015

Industria de la violencia


Por ANULFO MATEO PÉREZ

La última semana de julio ha concluido con un alto saldo de muertes violentas por accidentes de tránsito, asaltos a mano armada, ejecuciones extrajudiciales, entre otras modalidades de violencia, generada por un capitalismo que reproduce hambre, desigualdad y modelos culturales basado en el egoísmo.

El asalto a dos bancos comerciales y muerte de un vigilante en uno de ellos vino a cerrar con “broche de oro” el nivel de violencia de la semana; ahora se pretende ignorar las verdaderas causas de esos hechos.

Con el impreciso término “inseguridad” se trata de encubrir la dinámica de violencia permanente e integral, por los brotes de esta de parte de sujetos desempleados, excluidos, marginados y explotados.

Ese tipo de violencia es forzada, cuando los poderosos cierran las vías de la expresión organizada de la lucha de clases, libertad sindical, huelgas pacíficas y otras modalidades de protestas colectivas.

De manera que el problema estructural de la violencia afecta a la sociedad en todas sus dimensiones: género y clases sociales, provocando miles de muertos al año, gran angustia y dolor en los ciudadanos.

Es la reproducción del desorden institucional, corrupción e impunidad de los que gobiernan para su propio beneficio, mientras los de abajo sobreviven en la opresión económica y social; excluidos y discriminados.

Esas pésimas condiciones de vida potencia el individualismo del sujeto excluido de los bienes y servicios que debe garantizarle el Estado y a su vez a “soluciones” que son acompañadas de violencia brutal.

Para enfrentar con éxito la violencia hay que cambiar el sistema económico, social y político por otro donde no exista discriminación social ni económica, o por el color de piel, sexo, edad, religión o ideología.

domingo, 26 de julio de 2015

Cultura de la sospecha



Por ANULFO MATEO PÉREZ

Ya los funcionarios del Estado no guardan ni siquiera las apariencias en la galopante acumulación de riquezas provenientes del cohecho, prevaricación o del robo al erario, todo ello posible por la impunidad establecida, que como ariete derriban la moral pública, el presente y futuro de la nación.

Quedó en el pasado, que la movilidad social y económica sea el resultado del esfuerzo personal honesto, usando una y mil formas de corrupción para ese ascenso, que en nuestra realidad es de unos pocos.

Hoy, los políticos que controlan al Estado y dicen representarnos, no usan los puentes institucionales democráticos deseados, sino túneles y accesos invisibles para acumular fortuna personal y familiar.

Su práctica está marcada por una enorme opacidad en la vida institucional, devaluando la política, así como el Congreso, la Justicia, el Ejecutivo, los partidos, organizaciones empresarias, los sindicatos...

El fenómeno de la corrupción no se limita a lo moral e ilícito, sino que provoca en las grandes mayorías, desposeídas de toda suerte, mayor pobreza, así como el descenso social y económico de la clase media.

Por lo expuesto, la sociedad se ha ido impregnando de una “cultura de la sospecha”, al observar “el progreso” acelerado de los políticos y nuevos empresarios, que a todas luces “e’ pa’ lante que van”.

Pese a la condena moral y ética de la corrupción, sus beneficiarios han logrado crear en una franja de la sociedad un ambiguo sentimiento de repulsión, no exento de cierta admiración por sus ostensibles resultados.

Así, se condena la transgresión a la honestidad y se crea la “conciencia” que la asocia con la suerte individual; impulsando a muchos a correr hacia el ingreso a los círculos donde se la practica y a otros a Odebrecht.

Unidad y lucha en diversidad


Por ANULFO MATEO PÉREZ

Las izquierdas no tienen por ahora las posibilidades de enfrentar con éxito el desafío que representa la lucha por cambios estructurales, si actúan separadas de otras corrientes del pensamiento, porque se han desvinculado desde hace décadas del movimiento obrero, campesino y estudiantil en reflujo.

Pueden movilizar y poner en marcha las protestas en uno que otros puntos del país, porque hay sobradas razones para enfrentar al gobierno peledeista y a su dictadura institucional, carcomidos por la corrupción. 

Las izquierdas han participado en las luchas más cruentas por la redención de nuestro pueblo, hasta el martirologio, pero sus sacrificios los han aprovechado otros para llegar al poder y frustrar sus aspiraciones. 

El movimiento reivindicativo, en un ambiente preelectoral, no desbordaría el marco “economicista” y sólo ayudaría, sin proponérselo, a la oposición que electoralmente le disputa el poder al PLD.

De manera, que lo más pertinente ahora es vincular cualquier acción política a desplazar a este gobierno que conculca los derechos y pretende eternizarse en el poder mediante la manipulación y la fuerza.

Por su formación ideológica, las izquierdas deben actuar despojadas del “voluntarismo”, que marcha de la mano con la doctrina fatalista de la “predestinación” y de la “voluntad divina”, alejada de la realidad.

Para romper el status quo y realizar los cambios verdaderos es necesaria la presencia de las izquierdas en todas las jornadas en que participen las grandes mayoría, para influir con sus ideas y firmeza política.

Cualquier acción, por justa que sea, al margen del esfuerzo por salir de este gobierno, se quedaría aislada del proceso de cambio; ni le ayudaría en la necesaria acumulación de fuerzas para otras jornadas.