Raíces Radio

jueves, 30 de julio de 2020

Insomnio y covid-19

Por ANULFO MATEO PÉREZ

La pandemia por coronavirus, que provoca un síndrome respiratorio agudo grave y la consiguiente medida de aislamiento social preventivo en muchos países, viene impactando la salud mental, al generar tensión familiar, ansiedad, depresión, miedo, angustia, ideas fijas, decaimiento, apatía e insomnio.

También induce al aumento o pérdida del apetito y de peso; fatiga prolongada durante el día; irritabilidad, toma de memoria breve de hechos recientes, torpeza para cálculos simples y el manejo de conflictos.

La incertidumbre social y económica exigen medidas sanitarias efectivas de parte de los organismos de salud; se debe potenciar la resiliencia, el crecimiento personal y buenas relaciones intrafamiliares.

El Estado debe procurar atención especial a grupos vulnerables, como los niños y adultos mayores, sobre todo si padecen hipertensión y/o diabetes, así como minimizar el impacto psicosocial del Covid-19.

Ante el embate de esta pandemia, el insomnio es uno de los síntomas más frecuentes y peligrosos, relacionado con la cantidad o la calidad del sueño y la dificultad en iniciarlo o en mantenerlo de forma regular.

Puede presentarse despertamiento precoz sin posibilidad de retornar al sueño, vinculado al distrés, que empeora la situación si existe una comorbilidad médica, como las enfermedades antes mencionadas.

Es importante para contrarrestar el insomnio, iniciar el sueño en la noche y despertarse a la misma hora en ambos casos; ejercicios en la mañana y/o al mediodía; echar a un lado las dificultades del día y no sobrevalorarlas.

Le ayudaría a dormir bien, practicar algo relajante antes de acostarse; un baño tibio; evitar el consumo de alcohol, cafeína, nicotina, bebidas energéticas, alimentos pesados y cuando se propone dormir recordar vivencias gratificantes.

Crisis e indolencia

Por ANULFO MATEO PÉREZ

La pandemia provocada por el coronavirus es una desgracia natural, potenciada por el capitalismo, que nos recuerda la peste negra o bubónica que afectó a Eurasia en el siglo XIV, alcanzando su punto máximo entre 1347 y 1353, cataclismo esperado por la crisis del sistema y el cambio climático del planeta.

Las grandes devastaciones propiciadas por la voracidad del capital, ha promovido el calentamiento global, inundaciones y sequías, degradando la naturaleza y la salud de la población más vulnerable.

Esta realidad no sólo afecta al mundo en términos de millones de muertes, dolencias somáticas y psicológicas, sino que obliga al distanciamiento, enclaustramiento y empeoramiento de las condiciones económicas.

La República Dominicana no es la excepción, agravadas sus condiciones materiales por el impacto del Covid-19, su velocidad y escala de contagio, ineptitud e indolencia del gobierno y la clase dominante.

Las funestas consecuencias son hoy evidentes, con más severidad en la población más desprotegida, mientras los que disfrutan del poder aprovechan para desvencijar el erario y hacer grandes negocios.

La campaña electoral y los comicios del pasado 5 de julio demostraron cómo la partidocracia y las estructuras de poder contribuyeron a expandir el contagio del Covid-19, sobre todo entre los más pobres.

Los medios de comunicación no son usados para educar ante esta calamidad natural, sino para la promoción política, defensa de intereses mezquinos en el orden personal y grupal de quienes se disputan el poder.

En este período de transición de mando, de Danilo a Luis, se inicián los “golpes de pecho” y la búsqueda de culpables en los pobres que reciben los embates del Covid-19, sometidos a precariedades e ignorancia.

¿Se profundizará la crisis?

No hay duda de que el capitalismo enfrenta una crisis estructural, desde el estallido de la burbuja de títulos inmobiliarios en los Estados Unidos en agosto de 2007, cuando se presentó la quiebra de Lehman Brothers Holdings Inc., compañía global de servicios financieros fundada en 1850.

La pandemia del Covid-19, ha venido a profundizar el deterioro del sistema económico en el mismo centro del capitalismo, como en su periferia, acelerando los problemas que se incubaron durante décadas.

República Dominicana, como otros países del Tercer Mundo, pasan por una crisis estructural que ha cambiado no sólo la realidad económica, sino las condiciones sociales y políticas. 

Pese a que la abstención electoral ronda el 50% en el pasado certamen, los que concurrieron a las urnas esta vez lo hicieron para castigar al oficialismo y su candidato Gonzalo Castillo, más que por Luis Abinader.

Situación muy distinta a las celebradas en 1962, cuando fue electo a la presidencia Juan Bosch, y Viriato Fiallo, que encarnaba el antitrujillismo más radical, fue dejado a un lado, para dar paso al primero.

Ahora, fueron castigados Danilo Medina, el PLD y su penco candidato, a favor de Abinader, con la condición de que inicie una “cruzada” contra los corruptos, los encarcele y recupere todo lo robado.

Muchos pensaban que el pueblo tomaría las calles para celebrar la derrota electoral del peledeismo y sus secuaces, sin embargo, no ha sido así, porque espera expectante, los pasos que dará el presidente electo.

Los que se abstuvieron de votar en las pasadas elecciones, así como los que concurrieron, irán a las calles a celebrar con gran entusiasmo o a protestar con energía, partiendo de la conducta del próximo gobierno.

¿Se reelegirá la podredumbre?

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Este domingo se decide en las urnas quienes gobernarán por los próximos cuatro años, si la crisis por la que atraviesa la sociedad no se profundiza y desencadena fuerzas muy activas en su seno, que podrían quebrar la precaria estabilidad en que se desempeñan las superestructuras del Estado.

El desconcierto viene de lejos, cuando la partidocracia se encargó de violentar sus propias reglas, estructurando la cultura del ascenso socio-económico depredando los recursos públicos desde el poder.

Esa partidocracia promueve el juego de azar, narcotráfico, lavado de activos, mendicidad, asistencialismo politiquero, nominillas de “botellas” pagadas con el erario y canonjías a cambio de genuflexión política.

La campaña electoral terminó sin que se plantearan los más relevantes temas programáticos, en tanto los adversarios se restregaban los vínculos del narco con sus organizaciones políticas sustentantes.

Las encuestas dan como ganador a Luis Abinader, que recibe el apoyo no tanto por sus ofrecimientos, sino por el rechazo al gobierno y su candidato Gonzalo Castillo, ahogados por la corrupción y el caos.

Los electores van a las urnas hastiados de casi 20 años de gobiernos peledeistas, que han negado educación y oportunidades a la juventud, tratando de envilecerla con una subcultura hedonista.

Una buena parte de esos jóvenes han reaccionado movilizándose contra la corrupción y la impunidad, un gran reto para Abinader, si alcanza derrotar las trampas electorales oficialistas y llega al gobierno.

Si Gonzalo y Danilo son derrotados por el voto-castigo que favorecería a Luis Abinader, habrá que enfrentar la resistencia de los corruptos salientes y la de los entrantes, que aspiran a continuar su legado.