Raíces Radio

lunes, 3 de abril de 2023

Poder, obsesión y soledad

 

Por ANULFO MATEO PEREZ

Cuando el ejercicio o la lucha por el Poder cruza la línea que limita lo racional de lo absurdo, se convierte en patológico y esa persona se concentra sólo en la política; si logra la condición de Primer Mandatario de la nación, su salud mental dependerá de su equilibrio emocional y armonía con la realidad.

El Poder puede convertirse en una obsesión de concentrarlo todo en sus manos, pone “oídos sordos” hasta de sus más cercanos colaboradores, amigos y en otros casos a las críticas de sus adversarios.

En ocasiones, el Poder opera como una droga que pretende llenar un vacío emocional, suturar una herida psíquica o compensar un cierto desequilibrio, lo que hace que el político se aferre a la “silla de alfileres”.

En estos casos el individuo se obsesiona con mantenerse, “contra vientos y mareas”, como el Primer Ejecutivo del país de que se trate; lo hace con más desesperación, y es frecuente que se “desmorone” al perderlo.

Es común que esa pérdida del Poder provoque una crisis importante en el exjefe de Estado y va a depender del equilibrio personal del político, de su armonía interior y de sus relaciones sociales.

También dependerá de su preparación para las derrotas y del lugar que ocupaba el Poder en su psiquis, del sentimiento de soledad que deja el vacío de Poder en su interior y del tipo de relaciones con los demás.

Esas condiciones pueden agravarse y estallar en crisis cuando sus más “fieles colaboradores” se alejan o le traicionan y la soledad del Poder se convierte en el trance desolador que precede al “acorralamiento”.

La soledad del Poder se hace más ostensible el día en que advierte al expresidente, que ya no puede hacer lo que le da la gana y choca con la realidad que el “soberano” no es él, sino el pueblo y nadie más.

De intrusos y mentiras

 

Por ANULFO MATEO PEREZ

Miembros de un grupúsculo al servicio incondicional de agencias del imperio estadounidense vinculado a conocidos grupos terroristas, han irrumpido a la República Dominicana y recibidos por diputados de la partidocracia, para hacer sentir su discurso disonante contra Cuba.

Ese ruido, emitido por Orlando Gutiérrez Boronat y Sylvia Iriondo, se escucha cuando representantes de 22 países, incluido Cuba, buscan de forma amigable soluciones a cuestiones comunes que les afectan.

Gutiérrez Boronat e Iriondo son miembros de la mal llamada Asamblea de la Resistencia Cubana, uno de los tantos engendros imperialistas dedicados a difamar a Cuba y a sus dirigentes.

Se trata de una imprudente irrupción, cuando es celebrada la XXVIII Cumbre Iberoamericana en República Dominicana, que busca fortalecer los ideales de Latinoamérica con base en el diálogo, cooperación y solidaridad. Le precede a esta provocación, la campaña contra Cuba en el Clásico Mundial de Béisbol y el coro de odiadores en el juego Cuba-EE.UU., celebrando que «la policía estuvo fantástica… no se metieron en nada».

La factura de este grupúsculo deja su rastro pestilente cuando agradece al senador cubano-estadounidense, Marco Rubio, y al alcalde de Miami por el apoyo a las acciones anticubanas, que violaron las leyes en el estadio de los Marlins.

Mientras Gutiérrez Boronat e Iriondo vituperan contra Cuba, defienden el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos al pueblo cubano, tratando inútilmente de retrasar la marcha del proceso revolucionario.

Orlando Gutiérrez Boronat y Sylvia Irionda, aunque ustedes hayan sido recibidos por diputados conservadores en la cámara baja, deben saber que los verdaderos dominicanos seremos siempre solidarios con Cuba.