Raíces Radio

domingo, 9 de octubre de 2016

Homicidios y sociedad

Por ANULFO MATEO PÉREZ

I

Las cifras de homicidios en la República Dominicana continúan altas, si tomamos en cuenta que su población para el año 2015 era de poco menos de 10 millones, con una superficie de 48.670 kilómetros cuadrados y una densidad poblacional que se elevó a 205, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

De acuerdo a la misma fuente oficial, en el año 2015 en nuestro país ocurrieron un total de mil 680 homicidios, mil 522 víctimas de sexo masculino y 158 femenino, cuadro muy parecido a los años 2013 y 2014. Para el 2015, en el Distrito Nacional se produjeron 208 homicidios, 193 hombres y 15 mujeres, mientras en Santiago, 207 murieron por esa causa, 189 hombres y 18 mujeres, con poca diferencia con el 2014.

La región Sur reporta estadísticas que resultan preocupantes; en San Cristóbal les quitaron la vida a 95 personas, 82 hombres y 13 mujeres, mientras en Peravia fueron 33, 31 de sexo masculino y 2 femenino.

En San José de Ocoa, la sumatoria es de 11, 9 hombres y 2 mujeres; Azua: 26 en total, 23 hombres y 3 mujeres; San Juan: 42 personas, 37 de sexo masculino y 5 femenino; Elías Piña: 14, 13 hombres y una mujer.

Barahona: 40, 37 masculinos y 3 femeninas; mientras en Bahoruco es de 18, todos de sexo masculino; Pedernales tiene una cifra de 5, 4 hombres y una mujer, e Independencia: 5 homicidios, todos hombres.

En otras provincias los homicidios se mantienen altos, como ocurrió en Santo Domingo, con 370, 338 hombres y 32 mujeres, mientras en La Altagracia, hubo 72 muertes por esa causa, 59 de sexo masculino y 13 femenino.

Entre otros factores, en el homicidio juegan papel relevante la marginalidad social, narcotráfico, alcoholismo y otras adicciones, hogares rotos y psicopatologías en un sistema excluyente y empobrecedor.

II

Las cifras de homicidios en la República Dominicana son aún más alarmantes, si tomamos en cuenta que una parte significativa de ellos no son tales, sino asesinatos, lo que es un agravante no sólo desde el punto de vista legal, sino también en la estructura psicosocial del victimario y de su entorno familiar.

Desde el ámbito de la psiquiatría forense, la emoción tiene una importancia capital, en particular por su aplicación delictual, ya que se la invoca en la psicogénesis de muchos delitos contra las personas.

Primero, debemos tener en cuenta la “emoción fisiológica”, que provoca perturbación de la capacidad de síntesis, inhibición voluntaria y tendencia al automatismo, puede haber amnesia y memoria imprecisa.

Segundo, la “emoción violenta”. Tiene mayor intensidad que la anterior, pero tampoco llega a suprimir la conciencia; la memoria puede presentar trastorno de falta de nitidez, lagunas y conducta impulsiva.

Y tercero, la “emoción patológica”. Produce inconsciencia fugaz, perturba la voluntad, juicio y la inteligencia. Se pierde el control inhibitorio, hay descarga motriz y luego el sujeto se puede tornar depresivo.

Otras condiciones pueden favorecer la relación estímulo-personalidad, como es el caso de la epilepsia, astenia, hiperemotividad, intoxicación por alcohol u otras drogas que pueda consumir el sujeto.

Sobre estos argumentos de la psiquiatría forense se apoya la defensa de los “homicidas”, sujetos por lo general con trastornos de la personalidad, sobre todo de la clasificada como sociopática o antisocial.

Aunque muchos de ellos son inimputables por delinquir bajo el impulso de una enfermedad mental que le aliena, otros tantos son responsables de sus actos y por lo tanto imputables y condenables al ser juzgados.

Suicidio y sociedad

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Resulta preocupante el incremento sostenido de actos suicidas en la población dominicana, dados a conocer por estadísticas forenses y reportes periodísticos, afectando a niños, adolescentes, jóvenes y adultos mayores de ambos sexos, distintos niveles socio-económicos y variadas denominaciones religiosas.

Las condiciones de pobreza y marginalidad juegan un papel relevante, sumándose los factores biológicos y psicológicos, que deben ser tomados en cuenta en esos segmentos de la población en alto riesgo suicida.

Estrés por divorcio o separación, enfermedades catastróficas, muerte de un familiar, pérdida del empleo, problemas legales y conflictos interpersonales pueden ser desencadenantes de una conducta suicida.

Se vincula a la exposición a casos de suicidios muy cercanos (“replicación contagiosa”), inseguridad, desempleo, carencia de techo propio, consumo de estupefacientes y/o alcohol y falta de expectativas.

La crisis económica que impacta dramáticamente a los más desprotegidos, es la causa de estadísticas de suicidio más elevadas en ese segmento de la población, como está ocurriendo en varios puntos del país.

En el 2015, según la ONE, se suicidaron 547 personas, 465 hombres y 82 mujeres, cifras sólo del Cibao Norte, Cibao Sur, Cibao Nordeste, Valdesia, Enriquillo, El Valle, Yuna, Higuamo, Ozama o Metropolitana.

La Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL) está preocupada por la tasa de suicidios en el país, que es entre siete y ocho casos por 100 mil habitantes, cuando la media en Latinoamérica es de 4 % a 5 %.


El Gobierno debe poner atención a esas estadísticas del suicidio, así como a su génesis, y ampliar la cobertura de servicios de salud mental, para reducir de forma progresiva la tasa de mortalidad por esa causa.