Raíces Radio

sábado, 24 de junio de 2017

La renuncia del Presidente

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Para los sectores conservadores, la petición al presidente Danilo Medina de que renuncie a la primera magistratura del Estado resulta contraproducente, perturbador del “orden democrático” y un retroceso para la sociedad, admitiendo así la fragilidad en que se sustentan los poderes públicos.

Ningún terremoto social o económico ocurrió en Estados Unidos cuando el republicano Richard Nixon se vio obligado a dimitir de la Presidencia el 8 de agosto de 1974, tras el escándalo por el “caso Watergate”.   

La renuncia de Nixon no paralizó las actividades económicas, políticas ni sociales del imperio; al contrario, estas discurrieron sin mayores tropiezos institucionales y el sistema político salió fortalecido.

El presidente Otto Pérez Molina renunció al cargo mediante una misiva, el 2 de septiembre de 2015, tras la Fiscalía haber emitido una orden de captura para juzgarlo por corrupción, y Guatemala no sucumbió.

Enrique Peña Nieto ha sido conminado en más de una ocasión a renunciar de la presidencia de México, expresión de un manifiesto ejercicio del derecho ciudadano a revocar su mandato, sin mayores consecuencias.

La derecha venezolana no sólo ha exigido la renuncia del presidente Nicolás Maduro, sino que realiza de forma obstinada repudiables actos terroristas para derrocarlo, sin lograr romper el orden democrático.  

Que un grupo de ciudadanos haya pedido la renuncia del presidente Danilo Medina, es la expresión del ejercicio de sus derechos ante tanta frustración y desaliento provocados por los gobiernos peledeistas.

La alharaca que esta demanda ha provocado en los conservadores, desnuda el atraso político, la debilidad institucional y el concepto mesiánico de unos pocos sobre el rol de la figura presidencial en el país.   

domingo, 18 de junio de 2017

Crimen y sistema político

Por ANULFO MATEO PÉREZ

El sistema político impuesto por las clases dominantes durante décadas en la República Dominicana, ha entrado a una etapa de aceleramiento de su crisis estructural, y tendrá que ser desplazado por los sectores que lo advierten como una seria amenaza a su estabilidad, desarrollo y supervivencia.

Este sistema pervertido, que en el pasado dio origen a regímenes oligárquicos, despóticos, excluyentes, represivos… ahora ha creado en su interior estructuras criminales y abiertamente desafiantes.

En los partidos que le dan sostén a este sistema decadente impera un pérfido método de financiamiento de oscura procedencia, convirtiendo a esas anacrónicas organizaciones en peligrosas entes mafiosas.

Desde que se inició la práctica de puertas abiertas para el financiamiento ilícito, la fortaleza de los viejos partidos no ha descansado en su programa político ni en propuestas a la sociedad, sino en el dinero.

A esa partidocracia le gusta nominar a candidatos millonarios, cuyos recursos provienen de transacciones ilícitas, con gastos excesivos en las campañas electorales… sumándose las débiles regulaciones.

Por esa notoria laxitud ética en los controles del financiamiento, las estructuras criminales echan raíces en esos partidos; así logran proteger sus negocios, fortalecer la red mafiosa y expandirse sin límites.

La apertura a individuos y grupos criminales ha permitido que estos controlen esas entidades políticas, ocupen posiciones claves en el Estado, es decir, en el Congreso Nacional, Poder Judicial y en el Ejecutivo.

El caso Odebrecht es un ejemplo del gran atraco al erario, que genera desigualdad, exclusión y agitación social… en un momento en que esa mafia está atrapada, lo que la empujaría al  asesinato político.