Hasta hace unos
días, el “tigueraje” politiquero se mantuvo sereno y optimista mientras
desarrollaba sus tácticas preelectorales, pero de sorpresa vino alguien y
golpeó el avispero de la narco-política y las cosas se han puesto muy
difíciles, tan difíciles, que no saben qué hacer con el alborotado enjambre.
Ahora todo
comienza a verse con mucho más claridad, y lo que sólo se rumoreaba ahora queda
al descubierto, es decir, que la política y el narco se encuentran enlazados
con el nudo de Gordias, rey de Frigia.
Los santurrones,
honorables, demócratas a carta cabal, virtuosos, salvadores de la patria, pero
sonámbulos… han despertado totalmente desnudos en medio de la calle, rodeados
de una multitud.
Y lo que es peor,
no saben cómo enmendar los yerros cometidos durante su ascendente y productiva
carrera política, echando por tierra la máxima de que “cuando se mete la pata y
se saca pronto se queda bien”.
El carcinoma de
la corrupción, narcotráfico y la impunidad han creado tan complicado enredo de
la madeja política, que se hace imposible de encontrar la punta del hilo por
donde se pueda desenmarañar.
Desde que
aspiraba llegar al poder y sin medir consecuencias, la partidocracia inició el
retozo con el narco, en su afán por dinero fácil, con el maniqueísmo de que
“por los pies del difunto se sacan las albarcas”.
Las elecciones
programadas para el 2020 estarán aderezadas con la inmundicia del narcotráfico,
con candidatos a todas las posiciones, como ha ocurrido históricamente en
México, Guatemala, Perú, Panamá, Colombia…
Contrario a la
leyenda griega, aquí no hay oráculo que determine con certeza la entrada por
donde aparecerá el “soberano”, descartando la “Puerta del Este”, y sin poder
“cortar ni desatar” el nudo gordiano.