Raíces Radio

domingo, 13 de octubre de 2019

Entre liberales y conservadores


Por ANULFO MATEO PEREZ

I

Desde la fundación de la República, la nación dominicana se ha debatido en intensas luchas, avances, retrocesos y traiciones, por las contradicciones entre liberales y conservadores e intentos de imponer colonialismo y neocolonialismo, como una constante contra nuestra independencia y soberanía.

El conservadurismo es quien ha prevalecido en esta media isla, con algunos breves períodos de liberalismo y escasas insurgencias revolucionarias, aplastadas por la oligarquía, con la tutela y auxilio del imperio.

Los fraudes electorales, bautizados como “fiestas de la democracia”, han venido imponiéndose desde siempre, y como ejemplos palmarios fueron los practicados por Trujillo con su Partido Dominicano.

Derrocada la dictadura (30 de mayo de 1961), le sucedió el Consejo de Estado, y en elecciones del 20 de diciembre de 1962, ganó  Juan Bosch (PRD), con el 59.53% de votos frente a Viriato Fiallo (UCN), con el 30.08%.

El golpe de Estado contra Bosch (25 de septiembre de 1963), por la oligarquía con la orden de Washington, que antes habían organizado las elecciones, se oponían a cualquier gobierno de orientación liberal.

Entonces, ahora no debe sorprendernos el fraude en las primarias internas del oficialista PLD y del opositor PRM, pantomimas de elecciones, montadas por una dictadura institucional en desguañangue.

El PLD y el PRM se fundaron del desprendimiento orgánico del PRD (liberal) evolucionando todos hacia el conservadurismo, donde se anidan el “tigueraje político”, pillaje, narcotráfico y la impunidad.

Este fraude electoral (uso y abuso de los recursos públicos, compra de voluntades, clientelismo e intimidación) es resultado de la crisis estructural del sistema, como ocurre ahora en Haití, Ecuador, Puerto Rico, Honduras…

II


El sistema político, montado en un capitalismo atrasado y dependiente, en sí mismo es un fraude, porque la distribución de la riqueza es medida con un embudo, donde lo ancho es para los sectores hegemónico-parasitarios, y lo estrecho para las grandes mayorías que la producen con su trabajo tesonero.

Toda la podredumbre, exhibida durante las elecciones primarias del pasado 6 de octubre, sirvió de soporte al presidente Danilo Medina para imponer en el PLD a su precandidato-títere Gonzalo Castillo.

Cuando uso ese calificativo recuerdo al tirano Rafael Trujillo, quien llevó a su hermano Héctor (Negro) a la Presidencia (siete meses en 1951 y entre 1952-1960) y luego a su cortesano Joaquín Balaguer (1960-1962).

Leonel Fernández se queja del uso de los recursos públicos en su contra, omitiendo que él dispuso, según sus palabras, de 40 mil millones de pesos del erario para imponer a Medina en los comicios de 2012.

Es lo aprendido de las experiencias del balaguerismo neotrujillizado, como ocurrió durante sus 22 años de gobiernos despóticos, donde los opositores eran perseguidos, encarcelados, exiliados y asesinados.

Pese a las luchas de los dominicanos por la democracia verdadera, hemos quedado atrapados entre liberales y conservadores, y -en muchos casos- los primeros ya en el poder han pasado al conservadurismo.

En la presente contienda Danilo Medina tiene a su favor los poderes del Estado y fácticos para mantener el control político y del presupuesto nacional, así como la impunidad para él y sus seguidores.  

La derrota del danilismo está supeditada a la unidad del pueblo movilizado, que permita modificar la correlación de fuerzas en toda esta farsa, manipulada por una Junta Central Electoral (JCE) al servicio de Medina.