Raíces Radio

domingo, 12 de enero de 2020

El líder mesiánico

Por ANULFO MATEO PÉREZ

I


A los cientistas sociales de otras latitudes siempre les ha sido difícil el examen de las naciones tercermundistas, de tal manera que muchos por la persistencia en conocer su dinámica, han asumido el rol de “especialistas” de los procesos políticos, sociales e históricos de estos países dignos de mejor suerte.

Se inscriben de forma destacada en esta extensa lista, nuestro inolvidable compañero y amigo ruso-latinoamericanista Kiva Maidanik (1929— 2006), hasta el perspicaz estadounidense de origen griego, James Petras.

Para la década de 1980, residía en el extranjero y durante esa estadía desarrollé relaciones políticas y de amistad con un amplio abanico de representantes diplomáticos de Europa, Asia y América Latina, entre otros.

El singular interés de europeos y asiáticos por conocer la realidad de nuestros países latinoamericanos siempre rayaba entre la curiosidad y la fascinación, como ocurría con el amigo alemán Horst Geissler.

Recuerdo el asombro y la incredulidad de Geissler, al enterarse que Joaquín Balaguer, “anciano no vidente”, era reelecto presidente de la nación, lo que acentuó su interés en conocer mejor a la República Dominicana.


Él amigo alemán no salía de su asombro y desde entonces se convirtió en “especialista” en asuntos dominicanos; hurgaba sobre nuestra historia; con avidez me interrogaba sobre la dictadura de Trujillo.

Desde la fundación de la República (1844), cuando predominaban “primitivas” condiciones económicas, y un escaso desarrollo de las fuerzas productivas, sociales y políticas, se impuso el mesianismo.

Esta realidad llevó a enfrentamientos entre sus defensores, que propugnaron siempre por la anexión y el absolutismo, y quienes defendían a sangre y fuego la libertad, independencia y soberanía.

II
Al paso del tiempo, hemos observado como ciertos gobernantes han pretendido ungirse del mesianismo, promoviendo el culto a la personalidad; asumiendo un discurso cónsono con ese pensamiento, para imponer el continuismo en la dirección del Estado, entre estos, Trujillo, Balaguer, Leonel, Danilo…

Lo asumieron y lo asumen conscientes de que de lograr un liderazgo mesiánico, expropiarían la autodeterminación subjetiva del ciudadano, al concentrar todo el poder en sus manos y el futuro de la nación.

Así, de esa manera, se castran las potencialidades que por naturaleza posee todo colectivo, comunidad, multitud, o masas de ciudadanos organizados o no, única garantía de la libertad y la democracia plena.

La antorcha del mesianismo, asida por el tirano Trujillo, fue tomada en relevo por Balaguer, quien gobernó por 22 años de espalda al pueblo dominicano y a sus ansias de vivir libre y en el disfrute de sus derechos.

El proceso político e histórico lo apartó del poder, pero otros desean asumir el legado trujillista-balaguerista, para también hacer realidad sus “sueños de niño”, muy ajenos a los anhelos de los dominicanos.

El reeleccionismo sobre la base del lanzamiento de un líder mesiánico prefabricado en oficinas hacedoras de imagen, no tiene posibilidades de imponerse sin el empleo de la fuerza, el chantaje y la manipulación.

De forma cíclica, hemos padecido el mandato de “líderes providenciales”, que han impuesto el continuismo sobre la base de la persecución política e ideológica, un montón de muertos, encarcelados y exiliados.

Cuando los dominicanos se han rebelado contra ese estado de cosas, los “mesías” han sido “bajado del palo”, aunque hasta el momento no hayan logrado apuntalar un gobierno netamente democrático y popular.