Raíces Radio

viernes, 12 de abril de 2013

Verdaderos verdugos

Por ANULFO MATEO PÉREZ

No basta leer “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo o escudriñar en la vida de Al Capone, para poder transmutarse en personaje aterradoramente funesto. Para ello es indispensable nacer como Joseph Fouché, con alma de traidor, cargada de vileza, miserable intrigante, puro reptil y deplorable inmoralista.

Estos singulares sujetos se repiten como si se tratara de una maldición, saliéndole extremadamente oneroso al país. Surgen en silencio con gran facilidad, como lo hace el hongo que germina del excremento de la caballeriza, húmeda y abandonada.

Con ellos crecen y se multiplican con mayor velocidad, los alcahuetes de ocasión; vagos sin escrúpulos, que pernoctan por doquier para hacer coro a sus deleznables acciones contra el país.

Desde el Congreso Nacional, Poder Ejecutivo y Judicial nos ha tocado padecer a esos señores y señoras, donde son potencialmente más letales. Desde ahí hemos observado perplejos e indignados, como humillan a la nación.

En estas difíciles circunstancias, sin ningún temor, debemos blandir como “arma de reglamento” la ética y la moral, aunque algunos nos consideren dinosaurios o desfasados empedernidos.

Escoja usted entre el idealismo de Albert Einstein, a propósito de Walter Rathenau, asesinado  por ultraderechistas en la Alemania de Weimar; o el esgrimido por el pensador marxista italiano Antonio Gramsci.

Einstein: "Ser idealista cuando se vive en Babia no tiene ningún mérito. Lo tiene, en cambio, y mucho, seguir siéndolo cuando se ha conocido el hedor de este mundo".

Gramsci: El hombre sabe que no vive en el país de las maravillas, sino en uno "grande y terrible", que conoce el hedor de este mundo dividido, de las desigualdades, y que lucha por cambiarlo a pesar del pesimismo de la inteligencia.  

2/Febrero/2013.

miércoles, 10 de abril de 2013

De líderes y caudillos

Por ANULFO MATEO PÉREZ

El término caudillo -del latín: capitellium, cabeza- es utilizado para referirse a un cabecilla, ya sea político, militar, religioso o ideológico. Se trata de una persona por lo general egocéntrica y narcisista.

Aunque los pueblos han ido diferenciando entre líder y caudillo, persiste la tendencia de muchos políticos de imponerse como únicos cabezas pensantes de su conglomerado social.

Muchos de ellos se convierten en verdaderos dictadorzuelos, que mediante la corrupción y el crimen de todo género, llegan a erigirse en verdaderos azotes para sus pueblos.

Militares trogloditas, civiles politiqueros, religiosos perversos, pseudo intelectuales, entre otras denominaciones, han logrado embaucar a seguidores para convertirse no en líderes, sino en jefes o caudillos.

Una de las condiciones del jefe o caudillo, para que alguien sea aceptado en su reino y ser reconocido como parte del mismo, es dejar la cabeza guardada en un baúl antes de entrar al círculo de sus seguidores.

La praxis política ha enseñado que jefes o caudillos o pseudo líderes, por lo general son corruptos, carecen de moral y ética, y en muchos casos se convierten en tiranos.

Son nefastos para los países donde logran acceder al poder, porque se implican en actos de corrupción, dando paso al enriquecimiento personal y a la de pequeños grupúsculos de su entorno.

Líder y caudillo, son opuestos. El líder es carismático, con abundantes méritos; interpreta el sentir de su pueblo y actúa en consecuencia. El caudillo impone su voluntad mediante el chantaje.

El ejemplo chileno es ilustrativo: Salvador Allende Gossens fue un paradigma de líder, en la absoluta acepción del término, mientras Augusto Pinochet Ugarte se impuso como caudillo militar, dictador corrupto y asesino.

24/Julio/2011.

domingo, 7 de abril de 2013

Bribones y obscenidad

Por ANULFO MATEO PÉREZ

El edificio que albergaba al Palacio de Justicia en la ciudad de Nottingham, Inglaterra, lleva por nombre Shire Hall, donde hoy se puede visitar el “Museo de Crimen y Castigo”, en el mismo centro de la ciudad. De ese lugar se tejen muchas historias, entre ellas, se dice, que hay un montón de almas atormentadas.

Recordé el lugar al conocer el espectáculo montado el pasado viernes por los concupiscentes seguidores de Leonel Fernández, quienes se apandillaron para declararlo inocente de la acusación de lavado de activo y prevaricación, incoada por Guillermo Moreno, a quien se pretendió someter al escarnio público.

El Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, a donde acudieron en tropel los artífices de la impudicia, es un  tétrico lugar, como el edificio Shire Hall de Nottingham, atiborrado de un montón de "almas atormentadas” por la impunidad de Estado que han impuesto los arcontes de la obscenidad.

 Guillermo Moreno, en un acto quijotesco, acudió ante el Ministerio Público —conformado por el acusado—, en compañía solo de su valor personal, para reiterar lo que todos, como en Fuenteovejuna, conocemos desde hace mucho tiempo.

 Lo que no deseamos es que un día su "alma atormentada" se sume a las de otros tantos derrotados por la perenne conspiración contra la Justicia, que, como decía Platón, es “la virtud política por excelencia”.

 De lo que se trata, es de un hecho punible y complicidades en un sólo andamiaje, con actores que han hecho de la procacidad su estilo de vida, su inspiración y razón de ser.

 Frente a los que pretenden doblegar el espíritu, debemos repetir junto a Pablo Neruda: “Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños”.

 6/Abril/2013.