Raíces Radio

viernes, 5 de abril de 2019

Acto final de la farsa

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Jamás imaginó Tito Maccio Plauto (siglo III a.c.), que en este remoto país del Caribe, “colocado en el mismo trayecto del sol”, le superarían con creces en una farsa grotesca y mordaz, como la que montó el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) para justificar la elección de los jueces de la Suprema Corte de Justicia.

El acto final tuvo poco impacto, porque se conocía de antemano que el presidente Danilo Medina, también presidente del CNM, igual como dijo del Congreso Nacional, él necesita “su justicia” para blindarse.

Nada nuevo en este “inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol”, porque Leonel Fernández, quien precedió en el poder a Medina, también necesitó de “su justicia” y eligió los jueces de “su” Suprema.

Ante tanto desparpajo grotesco y mordaz, tiene uno que recordar aquellos tiempos cuando el profesor Juan Bosch levantaba la consigna de llevar al dictador ilustrado Joaquín Balaguer a respetar su propia legalidad.

Cuando el mandadero interrogaba en la sesión del CNM a la impoluta magistrada Miriam Germán, no sabía si remontarme a un acto “pornográfico o excremental” de una farsa de la mitología del teatro griego. 

Y todo continuó su agitado curso, hasta culminar con este agravio a la colectividad dominicana, como es conformar una “justicia” para continuar con la corrupción y la impunidad, sin disidencias.

Ahora, el presidente Medina dará el sablazo a la Constitución de la República, que él mismo se dio, para optar por una nueva repostulación y posible reelección, que será certificada por “su” Junta Central Electoral. 

Pero esta estratagema para retener el poder puede desembocar en fracaso, sin embargo, como él es ducho en la politiquería vernácula, ya puedo otear que en la manga de su camisa tiene un as con el “plan B”.

domingo, 31 de marzo de 2019

No olvidemos el pasado

Los remanentes del balaguerato, además de su inveterado reaccionarismo, son verdaderos caraduras. Sin ningún sonrojo insisten en loar a Balaguer y a su régimen, argumentando que construyó el país. Por analogía también reivindican a Rafael Leonidas Trujillo Molina, el gran constructor desde 1930.

El “progreso” trujillista se mantuvo, hasta que las edificaciones de la Feria de la Paz (1955), marcó el final de la “prosperidad”. Antes, en 1947 había creado el peso oro y el Banco Central de la República Dominicana.

Aunque en esas dictaduras hubo crecimiento económico, sirvió en gran medida para perpetuar un poder pervertido, enriquecer a sus allegados y envilecer con prebendas a los más pobres, sobre un montón de cadáveres.

Y es que los admiradores de Trujillo y Balaguer trascendieron social y económicamente a sus sombras, o lo hicieron sus antepasados, y nada importa para ellos que los derechos ciudadanos fueran pisoteados.

Está más que justificada la indignación, como respuesta a tanta injuria, desprecio y desfachatez de estos defensores del oprobio. Apuestan al olvido de ese pasado de dolor al que se intenta regresar.


Otros más audaces llegan hasta a exculpar a Trujillo y a Balaguer, presentándolos como los mejores presidentes que ha tenido el país. Entonces, tenemos que salir al frente refrescándoles la memoria.

Pero, además, es un deber alertar a los más jóvenes para que no retornemos el despotismo, que entraña conculcación de derechos, persecución, secuestro, tortura y muerte, que siempre está al acecho.

Como una pesadilla, ese pasado amenaza repetirse cuando el danilismo intenta reformar la Constitución y así permitir la reelección presidencial o el continuismo peledeista por otra vía, para desgracia del país.