Raíces Radio

domingo, 16 de junio de 2019

Culto a la personalidad


Por ANULFO MATEO PEREZ


I

Desde tiempos remotos se conoce el culto a la personalidad, que es la adoración y adulación excesiva a un caudillo o líder considerado carismático, que en nuestra realidad social lo hemos visto cuando se le tributaba a jefes de Estado, como en los casos de Ulises Heureaux (Lilís) y Rafael L. Trujillo Molina. ​

El concepto “culto a la personalidad”, tocado por Nikita Jruschov en su discurso ante el XX Congreso del PCUS, en 1956, se refería directamente al culto al secretario general de esa organización comunista y jefe de Estado Joseph Stalín, cuando se le situaba en dimensiones casi sagradas.

Los que conocimos los horrores de Chapita sabemos cómo este se erigió en un fetiche, otorgándose a sí mismo “honores” de "benefactor de la patria", “primer maestro”, “padre de la patria nueva”, o la frase “gracias a Dios y a Trujillo”.

Igual ocurrió con Luis XIV, rey de Francia durante 72 años, uno de los mayores ególatras de la historia, y su influencia impactó de tal manera, que su época (1638-1715) la han denominado el “siglo de Luis XIV”.

Los líderes juegan un rol importante en los procesos sociales, políticos y económicos, pero es inaceptable que a caudillos militares, héroes, ideólogos… se les atribuya un valor absoluto por encima del pueblo.

Es sabido que el culto a la personalidad se contrapone a la correcta educación de las masas; frena el crecimiento de su iniciativa y debilita en cada individuo el sentirse responsable por la causa común.

La humildad y bonhomía no han adornado precisamente la conducta de los líderes a quienes sus alabarderos les han tributado culto, como a los emperadores romanos, dictadores latinoamericanos y de otras latitudes.

La megalomanía de estos "líderes carismáticos" se va gestando desde la niñez, como mecanismo de defensa y de formación reactiva. Es un delirio de grandeza extremo, frecuente en líderes sociales, religiosos, políticos y por lo general en mandatarios tiránicos.

II

Se ha comprobado históricamente, que a jefes de Estado o líderes políticos a quienes se les ha rendido culto han tenido una niñez y/o adolescencia tormentosas, que lo han marcado en la esfera psicológica, predominando luego la crueldad, megalomanía, frialdad afectiva y el afán por la concentración de poder.

Su vocación despótica es una constante; sometidos en su infancia a rigores materiales y emocionales, afectando su carácter; inicio y finales de sus días han terminado siendo igualmente traumáticos.

Adolfo Hitler (1889-1945), conocido como el Führer (líder) y autor del holocausto, dirigió Alemania en el totalitarismo (fascismo), inspirado en el expansionismo en Europa, fracasando en su empeño.

En la niñez era golpeado a menudo por su padre, Alois Hitler, quien padecía de alcoholismo. “En cuanto a mí, conté silenciosamente los golpes del palo que azotaba mi trasero”, habría confesado a Traudl Junge.

Iósif Vissariónovich Dzhugashvili -Joseph Stalin- (1878-1953), dirigió la URSS (1941 y 1953), y haciendo “honor” a su  “nombre” Stalin (hecho de acero), gobernó con mano dura, acosando hasta a sus camaradas.

Stalin, hijo de siervos  georgianos; entre sus allegados más cercanos era conocido como "Sosó" o "Koba";  fruto de una familia disfuncional, cuyo padre Vissarión Dzhugashvili (Besó), era alcohólico como Alois Hitler.

En los casos de Mao Tse Tung (1893-1976), Kim Il Sung (1912-1994), Ho Chi Minh (1890-1969)… aunque se advierte culto a la personalidad, es parte de su cultura milenaria y regímenes dinásticos precedentes.

Mao, Kim y el tío Ho encabezaron las luchas de sus pueblos por la liberación y la fundación de estados soberanos orientados hacia el bienestar colectivo, dejando atrás el látigo de tiranos e invasores.

III

Ulises Hilarión Heureaux Leber –Lilís- (1845-1899), presidente de la República en tres ocasiones; promovió el culto a su persona. Era hijo de Josefa Lebert (esclava negra) y José A. D’Assás Heureaux Fortune (plantador blanco francés). En su niñez, Lilís fue abandonado por su padre. Murió asesinado 1889.

Rafael L. Trujillo Molina (1891-1961). Dictador; hijo de José Trujillo Valdez y Julia Molina Chevalier. Gobernó de 1930 a 1961. El Estado era él. Por su egolatría llamó Ciudad Trujillo a la capital.

En su adolescencia, Trujillo se dedicó junto a su hermano "Petán" al cuatrerismo, a la falsificación de cheques y al robo postal. Por estos delitos fue declarado culpable y encarcelado durante algunos meses.

En 1916, lideró la banda de asaltantes “La 42”, temida por su violencia. En su mandato se le calcularon unos 50 mil asesinatos, incluida la masacre del Perejil (1937).  El 30 de mayo de 1961, murió ajusticiado.

Joaquín Antonio Balaguer Ricardo (1906-2002), conocido como el dictador ilustrado. Hijo de Joaquín Balaguer Lespier (puertorriqueño de padre catalán) y de Carmen Celia Ricardo Heureaux (prima de Lilís).

Cortesano de la “Era de Trujillo”.  Gobernó de 1966 al 1978 y luego de 1986 a 1996. En el período de los “12 años” fueron asesinados miles de opositores, sobre todo jóvenes. Promovió el culto a su persona.

Leonel Antonio Fernández Reyna (1953-). Gobernó de 1996-2000; 2004-2008, 2008-2012. Hipólito Mejía Domínguez (1941), lo hizo del 2000-2004. Danilo Medina Sánchez (1951-). Gobierna del 2012-2016; 2016-2020.

Los tres últimos van dejando una estela de críticas respecto al endeudamiento, pobreza, caos institucional, corrupción y reafirmación del status quo... Deliran por el poder. Su arma política es el culto a su persona.