I
El ruido
excesivo y constante, conocido como contaminación acústica, es un fenómeno
molesto que puede producir trastornos fisiológicos y psicológicos sobre las
personas expuestas. Se considera ruido todo aquel sonido (molesto e indeseable)
que interfiere en la actividad habitual o el descanso reparador.
La
contaminación sónica afecta la calidad de vida de las personas en la República
Dominicana y a nivel mundial, sin distinción de raza, nivel sociocultural o
económica, incluye el componente objetivo y subjetivo.
El que está
expuesto a los ruidos puede padecer múltiples afecciones a la salud, por lo que
la contaminación sónica afecta diferentes escenarios, uno de ellos son los
centros educacionales y hospitalarios.
En el caso
de los estudiantes que asisten a ellos necesitan concentrarse para lograr un
aprendizaje satisfactorio, por lo tanto, son más susceptibles a este factor de
riesgo al igual que los docentes que allí laboran.
En los
centros de salud, el ruido no sólo afecta a los pacientes, que pueden agravar
su estado, como en los casos de aquellos que padecen cardiopatías,
psicopatologías, disritmias cerebrales, entre otras.
En
investigaciones de expertos se estableció que la principal consecuencia social
del ruido es el deterioro de la audición y se está considerando una desventaja
social severa entre estos y otros no afectados.
Entre los
principales daños a la salud provocados por el ruido están los auditivos y NO
auditivos, en los primeros se encuentran el desplazamiento temporal o
permanente del umbral de audición.
En los segundos,
están la dilatación pupilar y el parpadeo acelerado, agitación respiratoria,
así como importantes afecciones en la esfera psicológica, que impactan órganos
y sistema de nuestra anatomía.
II
En los
países de mayor desarrollo económico, la Medicina del Trabajo alcanza en la
actualidad niveles que permiten una importante seguridad laboral,
estableciéndose una adecuada prevención, asistencia efectiva a los trabajadores
en riesgo, tratamiento y rehabilitación a los que escapan de esa protección.
En las
enfermedades profesionales, contraídas en los centros de trabajo, pueden jugar
un papel predominante las condiciones del ambiente, como son los ruidos
producidos por las máquinas que se usan en esos lugares.
Estas
afecciones pueden expresarse por lo general de forma lenta, solapada o
disimulada y crónica. No incluyo los accidentes de trabajo por la razón de que
su ocurrencia es súbita y de evolución aguda.
Debemos
recordar que los ruidos son agentes físicos, frecuentes no sólo en centros
laborales, sino también en actividades lúdicas, como discotecas, salas de cine,
colmadones, y vías de mucho tránsito vehicular.
En
República Dominicana no contamos con todas las regulaciones para controlar los
ruidos innecesarios, como leyes y disposiciones; las que existen para
controlarlos son violadas constante y olímpicamente.
La
contaminación sónica es sumamente dañina, porque la agresión de esta afecta
directamente el cerebro, órgano noble de nuestra anatomía, alterando el buen
funcionamiento todo el sistema nervioso.
La
población en general está expuesta a los ruidos de vehículos de motor que
carecen de silenciador (muffler) o en estado de deterioro, plantas eléctricas, bocinas
fijas y ambulantes que recorren la ciudad.
En cuanto a
los equipos de música en alto volumen, resulta mucho más dañino para la salud
escucharlos en lugares cerrados o mediante uso de audífonos, porque al ser un
agente físico se potenciará mucho más.
III
El ruido es
un agente físico que se mide en decibel. El límite máximo inofensivo para la
salud es de 50 decibeles. Todo ruido en 70 decibeles, es francamente nocivo, y
bajo ningún concepto debe tolerarse ruidos por encima de 130, que resulta
doloroso y por lo general provoca daños inmediatos y graves.
Los niños
son más vulnerables a los ruidos que los adultos, y los que estos consideran
normales, a veces resultan muy dañinos para los infantes, por tener un sistema
nervioso inmaduro, sobre todo el cerebro.
Los ruidos
más allá de la tolerancia de un niño, le pueden provocar en ocasiones dolor en
los oídos, expresándose mediante inquietud, irritabilidad, dificultad para
conciliar el sueño y llanto continuo.
Entre los
síntomas más frecuentes causados por el ruido se encuentran la fatiga,
depresión, ansiedad, insomnio, irritabilidad, agresividad, exaltación del ánimo,
cefalea, toma de memoria y apatía sexual.
Personas
expuestas a la contaminación sónica pueden ser afectadas en su sistema nervioso
autónomo y provocarle elevación anormal de la tensión arterial, taquicardia,
temblores y discreta hipertonía muscular.
Los ruidos
por encima de 70 decibeles pueden causar hipoacusia (disminución de la agudeza
auditiva) y en el peor de los casos sordera, irreversible en ocasiones, por un
daño severo en el aparato auditivo.
Es
importante saber cuándo estamos expuestos a la contaminación acústica. Si
carecemos de equipos y deseamos medir ruidos, los que estén próximos a los 70
decibeles nos impedirán el diálogo a un metro del interlocutor.
En esas
circunstancias tendremos que alzar la voz para poder ser escuchados. Las
personas sometidas a ruidos que no perciben por encima de 70, es porque su
agudeza auditiva ha disminuido severamente.
IV
Los sonidos
fuertes que contribuyen a la contaminación acústica evocan una respuesta
primitiva e involuntaria del cerebro humano; esta reacción consiste en que el
cuerpo se “prepara” para la “guerra” o para “escapar” rápidamente (como sus
antepasados), la adrenalina aumenta en el torrente sanguíneo.
El estrés producido
por los ruidos estimula la liberación de cortisol y la adrenalina, fomentándose
la liberación de triglicéridos y ácidos grasos libres, que con el tiempo pueden
aumentar el colesterol LDL.
El aumento
de la adrenalina en el torrente sanguíneo provoca que los vasos respondan
contrayéndose y el corazón comience a latir más rápidamente, aumentando el
pulso arterial y la presión sanguínea.
Asimismo,
los músculos se contraen y las pupilas se dilatan con el fin de enfocar mejor
al “ruidoso enemigo”, y dar las respuestas al nivel que ameritan las “amenazas”
a su seguridad y supervivencia.
El aumento
de la presión sanguínea, irregularidad en los latidos y en la circulación,
pueden aumentar los niveles de colesterol y llevar a la hipertensión, lo que
podría aumentar el riesgo de males cardíacos.
Es atinente
regular y controlar de forma efectiva la contaminación sónica penalizando con
energía a los infractores y obligándolos a eliminar las causas que producen los
ruidos que perjudican la salud de todos.
Para combatir
la contaminación sónica, la cultura de la “bulla”, en imponer el irrespeto a la
tranquilidad de los demás, más allá de las leyes y sanciones, es preciso
desarrollar programas de educación escolar.
Los medios
de comunicación tradicionales, las plataformas digitales, las redes sociales,
entre otros, deben ser aprovechados para educar a la población respecto a la
contaminación acústica y sus consecuencias.