Por ANULFO MATEO PÉREZ
El diversionismo
político e ideológico es una vieja táctica de los que gobiernan a favor de las
clases dominantes, con el propósito de confundir, debilitar, neutralizar y aniquilar a sus
adversarios. Para ello usan exquisitamente, entre otros recursos, los medios
masivos de comunicación y la acción directa.
No sólo se libran
batallas en el campo militar, también se dan en el escenario político e
ideológico, donde la verdad es la primera víctima, cuando se carece de
argumentos éticos en la lucha por el poder.
Por ello, el
peledeismo gobernante intriga, miente y dice medias verdades; conjunto de
provisiones y material bélico en el orden diversionista, que viene siendo usado
contra sus opositores.
Ese bien camuflado
arsenal es empleado por los que están en el
poder, en combinación con otros recursos, para provocar discusiones estériles y atomización en las organizaciones
que se proponen desplazarlos.
Así como lo utilizan
contra los partidos que se le oponen, como en el PRD, lo harán contra el frente
opositor que se está gestando. Muchos “caballos de Troya” serán enviados a su
seno, es decir, agentes encubiertos.
Se empeñan en golpear
por fuera, incluyendo la compra de dirigentes a los opositores, y arremetiendo por dentro, a través
de esquiroles disfrazados de revolucionarios, progresistas, peledeistas “arrepentidos”
sembrados o infiltrados.
Esos espías pueden
llevar años o décadas en su labor de zapa, filtrando todo lo que se trata al
interior de las entidades opositoras y/o creando disputas para provocar
fracturas internas dirigidas a destruirlas.
Otras veces, los
esquiroles llegan hasta los altos dirigentes, mediante la adulonería,
incondicionalidad aparente, defensa “rabiosa” de las ideas del líder,
explotando así la vanidad o la ingenuidad política de estos.
Raíces Radio
sábado, 28 de junio de 2014
domingo, 22 de junio de 2014
Transformar la sociedad
Por ANULFO MATEO PÉREZ
La
genialidad de Carlos Marx expuesta en su tesis XI sobre Feuerbach (1845)
establecía que los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de
distintos modos, pero lo importante en definitiva es transformarlo. En
consecuencia, la teoría política revolucionaria debe contribuir a cambiar la
sociedad.
No
hay dudas de que los gobiernos de la burguesía antinacional, tras la
defenestración de la dictadura de Trujillo, sólo han servido para enriquecer a una
cáfila de vagabundos dedicados a repartirse el patrimonio público.
No
debemos limitarnos a repetir esa verdad, sino dar los pasos necesarios para que
los dominicanos se sacudan de la barbarie, se rebelen de la ignominia e inicien
el camino de los cambios transformadores.
Para
ello es indispensable la unidad de propósitos y la toma del poder, que
enfrentaría las abismales desigualdades sociales y económicas, el
analfabetismo, desempleo, hambre e insalubridad, entre otras miserias.
Aunque
para lograrlo haya que avanzar peldaño a peldaño, haciendo las alianzas
pertinentes, creando un gran frente popular identificado con esos cambios
verdaderos y con suficiente vocación de poder.
La
participación de la izquierda y de otras organizaciones partidarias de esas
inaplazables metas desde un nuevo gobierno, es indispensable para alcanzarlas,
mantenerlas y profundizarlas.
Me
refiero a la izquierda y sectores que resultaron victoriosos en la lucha en Los
Haitises, contra la
Isla Artificial, y persisten para que se declare a Loma
Miranda Parque Nacional, la misma enfrentada a la corrupción.
La
participación de lo más avanzado de la sociedad en el próximo proceso electoral
no debe hacerle el juego a la partidocracia, sino para avanzar hacia un estadio
que permita confrontarla.
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