I
La ola de violencia que nos afecta, que sumó penosamente como
víctima fatal al titular del Ministerio de Medio Ambiente y alto dirigente del
PRM, Orlando Jorge Mera, tiene su causalidad en múltiples factores políticos,
sociales, económicos, estructurales… de un sistema decadente y putrefacto.
Ese sistema es controlado por la partidocracia, dirigentes y
activistas “tiguerocráticos”, cuyo accionar se inscribe en el gansterismo
político y económico, de los cuales muchos son parte del narcotráfico y la
extorsión.
Poco a poco, lo peor de todos ellos, me refiero a sujetos
abiertamente antisociales, han ido escalando a todas las estructuras y
superestructuras del Estado, así como al ámbito empresarial privado.
Es evidente el vínculo estrecho entre individuos con trastornos de
la personalidad antisocial y muy “reputados líderes” y dirigentes que se
benefician mutuamente en su desarrollo vital y del poder político.
La militancia honesta de esos partidos, al margen de ideologías y
credos políticos, ha ido tomando un perfil bajo y de forma sistemática presionada
y empujada al ostracismo o sencillamente aislada.
Y a esta realidad han sido arrastrados todos los partidos de la
derecha tradicional, que en otras ocasiones los he calificado como verdaderos
sepultureros o empleados de pompas fúnebres de su sistema político.
En cada localidad de la República Dominicana pueden ser
identificados unos y otros, en una lucha desigual donde los sujetos con
evidentes trastornos de la personalidad antisocial son los que lideran y
mandan.
Esos son los hombres, y menos mujeres, de la confianza de los
jefes políticos, a los que les son incondicionales; manipuladores de su base
social, violentando la Constitución, quebrantando las leyes y depredando al
Estado.
II
El Trastorno de Personalidad Antisocial (TPA) es una afección de la
salud mental que se caracteriza por la frialdad afectiva hacia otras personas, por la tendencia de las personas que la padecen a relacionarse irrespetando las normas y el set
de actitudes de la sociedad, evitando cualquier interacción constructiva y solidaria.
El trastorno antisocial de la personalidad esta precedido de conductas
disociales en la niñez contra otros, y entrada la adolescencia o la edad adulta
puede ser diagnosticado en la consulta especializada.
El sociópata tiende a mentir con frecuencia, violar las leyes, y ante
dificultades por nimias que sean, es común que se comporten de forma impulsiva,
arriesgando su propia seguridad y las de los demás.
Aunque este mantiene un perfil psicológico y conducta antisocial,
su comportamiento suele atenuarse con la edad, logrando controlar en cierto
grado la impulsividad, fruto de su experiencia.
El sujeto, no importa el sexo, con Trastorno de Personalidad Antisocial
responde muy poco a la psicoterapia y a tratamiento biológico y en algunos
casos mejora su conducta en la adultez cuando recibe firme apoyo familiar.
Es evidente que la conducta y el pensamiento de los sociópatas
difieren de los de una persona sana por su frialdad afectiva en sus relaciones interpersonales, su egocentrismo,
su obsesión de controlar a los demás usando “sus malas artes”.
En la personalidad antisocial se evidencia los trastornos obsesivos; tienen en la mente una idea, una
palabra o una imagen fija o permanente y se encuentran dominadas por ella; cuando no logran sus objetivos, porque alguien se lo impide, se tornan
impulsivos.
Por lo general, tienen un coeficiente de inteligencia normal o
normal superior, lo que le ayuda a ganar liderazgo entre antisociales de su
entorno que no alcanzan un coeficiente de inteligencia normal.
y III
Hay diferentes subtipos del Trastorno de la Personalidad
Antisocial y se ha determinado el papel que juegan los factores personales y de
una inadecuada socialización, interviniendo en la génesis de la violencia de
los niños, que desde muy pequeños apuntan a convertirse en delincuentes en la
adolescencia.
Los padres con ese trastorno, en su relación con sus hijos desde
la niñez, transmiten no sólo el temperamento y la inteligencia, sino su conducta
egocéntrica, manipuladora, violenta, siendo los componentes más decisivos.
Por supuesto, en los hijos intervienen los genes del padre o la
madre con el trastorno y otros factores, como el maltrato infantil de padres
alcohólicos, antisociales; son los niños con mayor riesgo.
La personalidad antisocial afecta mucho más a los hombres que a
las mujeres, y en la niñez se puede observar la tendencia a prender fuego para
destruir, así como la práctica de la crueldad contra los animales.
Una persona con Trastorno de Personalidad Antisocial puede ser
capaz de actuar con jovialidad; manipular las emociones de otras personas, al
extremo de adular a sus víctimas y quebrantar la ley.
Son hedonistas, sin embargo, tienen momentos en que descuidan su
propia seguridad y la de los demás, aunque sean parte de su propia familia;
tienden al consumo de drogas ilegales y alcohol.
Es frecuente, cuando lo consideran necesario, que se dediquen a
mentir, robar y pelearse hasta con sus más allegados, sin sentir ningún
remordimiento ni arrepentimiento; suelen mostrarse enojados y arrogantes.
Hay pruebas de evaluación psicológicas para diagnosticar el
trastorno, sumadas al historial personal y conducta durante la entrevista con
el profesional de salud mental. Asisten a terapia sólo cuando les obliga una
corte.