El primer periódico estadounidense se fundó en 1783, con
escasa circulación. En Europa, casi un siglo después (1880), la prensa escrita
había logrado un inusual repunte, con tiradas diarias extraordinarias, que
oscilaban entre 150 mil y 300 mil ejemplares, como sucedía en Inglaterra con el “Pall Mall
Gazette” y el “Star”.
Para que se tenga un idea más exacta del desarrollo de los
medios escritos en el viejo continente en el siglo pasado, sólo en parís, para 1930, se
editaban unos 25 diarios.
Joseph Pulitzer, emigrante judío, húngaro de nacimiento, de
habla alemana y periodista en Saint Louis, compró el “World”, y William
Randolph Hearst, californiano de considerable fortuna, educado en Harvard y
propietario del “Examiner” de San Francisco nunca imaginaron el desarrollo que
alcanzarían los medios de comunicación.
Durante
los últimos veintinco años del siglo XIX, la prensa cambió cualitativamente en Estados Unidos, debido principalmente a la labor de
Pulitzer y Heast.
También en esos años surgió el término “periodismo
amarillo”, que luego designaría a la prensa “sensacionalista y venal”. Nació
porque tanto el “World” como el “Journal” publicaron un comic coloreado con el
título “El chico amarillo”, ideado por el dibujante Outcault, primero para
Pulitzer y luego para Hearst.
El desarrollo y penetración de los diarios en la última
década del siglo XIX se atribuye a la aparición de nuevas técnicas de impresión
y comunicación, como la linotipia, el telégrafo, los teléfonos, la electricidad,
la fotografía impresa y la radio. Le acompañaría el progresivo reconocimiento
legal de la libertad de expresión.
Ese boom vendría, además, por el crecimiento del público
lector, resultado de la educación primaria y secundaria, así como la
disminución general, aunque desigual, del analfabetismo.
Aprovechando todos los avances de la comunicación, cuyo
mejor ejemplo es la Internet,
el poder mediático de las grandes naciones ha sido empleado para condicionar y
desinformar a cientos de millones de personas en el mundo, para someterlos a sus
designios muy a pesar de la cacareada libertad de pensamiento y expresión en la
llamada sociedad moderna.
Las agencias de prensa de las grandes naciones capitalistas,
ejerciendo su inmenso poder de condicionamiento, “convence” a millones de
lectores que los helicópteros del ejército estadounidense se precipitan a
tierra no por la acción de la insurgencia iraquí, sino por “fallas mecánicas
desconocidas por el momento”.
Así, cuando el ejército israelí logra hacer prisionero a un
combatiente de hezbolá, es una captura, y si lo que ocurre es lo contrario,
entonces es un secuestro.
Cuando se refieren a los presidentes Chávez, Evo Morales,
Daniel Ortega, le anteponen el término “izquierdista” (que en su mundo tiene
una connotación negativa), mientras que a mandatarios como Álvaro Uribe, Felipe
Calderón y Elías Antonio Saca jamás le anteponen lo de “derechista”.
No debemos olvidar que las élites mundiales y sus
transnacionales de la información imponen a la humanidad una visión condicionada
con marcado contenido ideológico. Ellas desechan todo pensamiento alternativo
que pone en tela de juicio la ilegitimidad del orden mundial actual. ¿Debemos
leer los despachos de prensa con lupa y entre líneas? Sin ninguna duda.
25/febrero/2007.
25/febrero/2007.