Raíces Radio

martes, 8 de marzo de 2022

Ludopatía y salud mental



Por ANULFO MATEO PEREZ

I

La ludopatía es una adicción a los juegos de azar, que entraña el deseo irrefrenable de seguir apostando, pese a los estragos que esto causa en la vida de la persona afectada psicológicamente, arriesgando su seguridad económica impulsado por la expectativa de recibir algo de valor y las gratificaciones emocionales.

El Estado y una gama de particulares reciben cuantiosos beneficios económicos, por lo que incentivan los juegos de azar, sin importarles que estos estimulen los sistemas cerebrales de recompensa del jugador.

Se ha comprobado científicamente que el ludópata padece los síntomas que por igual tiene el adicto a las drogas narcóticas o el alcohol, con cuadros propios de la abstinencia, cuando no puede jugar.

El jugador suele apostar de forma compulsiva, ocultar su práctica, consumir los ahorros, acumular deudas o recurrir al robo o al fraude para sostener su adicción, como lo hacen muchos adictos a sustancias.

Es un trastorno grave que puede destruir no sólo al ludópata, sino que involucra a su familia, su desempeño en el trabajo y relacionados, cuyo tratamiento es complejo para el terapeuta y el paciente.

El adicto al juego está sometido a signos y síntomas por estar preocupado por las apuestas, y cómo planificar para ganar dinero con las mismas, lo que le provoca ansiedad, irritabilidad, depresión e insomnio.

Asimismo, el apostador compulsivo siente la necesidad de apostar sumas de dinero cada vez más altas para lograr la misma emoción, aunque intente sin éxito alguno controlar, reducir o detener las apuestas.

Esta dinámica le provoca inquietud e irritabilidad, insistiendo en la práctica de apostar para escapar de los problemas o atenuar los sentimientos de desesperanza y culposos, en su intento de recuperar lo perdido.

II

Así como ocurre con las drogas ilícitas, por ejemplo la cocaína, o la ingestión de alcohol, en el juego de azar y las apuestas compulsivas, el ludópata puede recurrir a esa práctica continuamente estimulando los sistemas cerebrales de recompensa y ocultando su comportamiento.

El adicto al juego puede hacer apuestas continuamente y sin límites, por lo que en algunos casos, por sugerencia de familiares o amigos, el enfermo pondera alejarse del juego y acudir al psicoterapeuta.

Al perder sus ahorros, bienes familiares y entrar en conflictos por una conducta delictiva, el jugador compulsivo tras el apoyo para que acuda al profesional de la salud mental, puede reflexionar y visitarlo.

Contrario a una buena parte de los apostadores ocasionales, que se detienen cuando pierden o que establecen un límite para perder, las personas con ludopatía carecen del auto control y racionalidad.

En cierto momento el jugador compulsivo no puede evitar seguir la adicción, aunque su familia trate de persuadirlo para que no lo haga; su afán es recuperar el dinero, lo que profundiza sus males e ilícitos.

Algunos ludópatas logran por sí solos la remisión parcial de sus síntomas, incluso la compulsión por jugar, pero luego tienden a recaer de forma recurrente de no recibir la asistencia psiquiátrica.

Aunque se recupere, el enfermo no debe regresar al juego con la convicción de que logrará controlarse; jamás podrá tener voluntad para el límite de sus apuestas si vuelve a esa práctica, y tendría que retornar al psicoterapeuta.

De modo que el ludópata no debe desdeñar el apoyo ofrecido para dejar su adicción y es una regla de oro mantener la terapia ofrecida por el psiquiatra y/o el psicólogo, hasta que la remisión de su enfermedad sea total y definitiva.

 III 

Se ha comprobado que la ludopatía tiene una causalidad de factores biológicos, genéticos y ambientales; se asocia al abuso de sustancias, trastorno de personalidad, depresión, ansiedad, a la bipolaridad, rasgo obsesivo compulsivo y déficit de atención con hiperactividad.

Este trastorno es más frecuente en personas jóvenes y de mediana edad, por lo que es conveniente evitar el juego y las apuestas durante la infancia y la adolescencia, para prevenir la enfermedad más adelante.

También se ha precisado que la adicción al juego es más frecuente en hombres que en mujeres, y estas se inician en esa práctica en edades más tarde de la vida; pueden volverse adictas con mayor rapidez.

No obstante, se ha observado que los patrones de juego entre hombres y mujeres son cada vez más similares, donde predominan una personalidad competitiva, adicta al trabajo productivo e impulsividad.

Hay mayor exposición para iniciarse en las apuestas cuando se está bajo la influencia del entorno familiar o de amigos portadores de este tipo de adicción, por lo que se recomienda alejarse de estos.

La ludopatía puede tener consecuencias profundas y duraderas en la vida de una persona, en sus relaciones interpersonales, en la actividad económica (bancarrota), legales o encarcelamiento y suicidio.

Entre las medidas para prevenir la ludopatía se encuentran programas educativos dirigidos a las personas y los grupos con mayor riesgo, no concurrir a lugares de apuestas, ni siquiera como observador.

La solución al padecimiento de la ludopatía se inicia con reconocerlo y procurar la asistencia psiquiátrica para recibir psicoterapia y tratamiento biológico con antidepresivo, ansiolítico, hipnótico, estabilizador del estado del ánimo y asistir a grupos de autoayuda.