Raíces Radio

domingo, 12 de abril de 2020

El sociópata y la política

Por ANULFO MATEO PEREZ

Es aceptado por los expertos en el tema, que los factores neurobiológicos están asociados al trastorno de personalidad antisocial, centrándose en la identificación de las estructuras neuroanatómicas implicadas, así como en el funcionamiento neurofisiológico que se altera en el portador de esa condición.

La sociopatía se expresa en gente “subyugadora”; va desde el sujeto común hasta el de alto nivel intelectual; busca constituirse en líder para tener poder y control; no respeta los derechos de los demás.

Para él o ella, los otros son “cosas”; el sociópata siempre trabaja para sí mismo, aunque diga todo lo contrario; entiende que los demás son meros instrumentos; carece de sensibilidad de la empatía.

Jamás logra ponerse en el lugar del otro, y cuando se constituye en líder político reafirma estas características, logrando que todos estén a su servicio; utilizan el dinero como un elemento de presión.

Es muy difícil entrar en su cabeza, porque tiene una lógica irracional. La bandera que utiliza siempre es supra personal, como los líderes religiosos psicópatas, que apelan siempre a la salvación del más allá.

El sociópata ofrece el hombre nuevo, el proyecto nacional, la liberación, la raza superior, la Nación, la patria; necesita buscar un enemigo, para aglutinar; no se adapta a la tranquilidad, a la paz, al sosiego.

Su estructura mental no cambia. Necesita la crisis; ser reconocido como salvador; en la paz, él no tiene papel; no la soporta, por eso las sociedades lideradas por políticos de este tipo viven de crisis en crisis.


El talón de Aquiles del sociópata es la frustración de sus planes; cuando apuesta por un proyecto, pone todo en él y si no le sale bien, entonces se desorganiza, hace tonterías y termina perdiendo el poder.

Pandemia y lucha de clases

Por ANULFO MATEO PEREZ

Mientras el secretario general de la ONU, António Guterres, insta al mundo a la unidad para enfrentar con éxito la pandemia de Covid-19, se impone la lucha de intereses sobre la solidaridad, y la fuerza del capital sobre los más necesitados, frágiles y desamparados ante esta tragedia.

Aunque el Covid-19 no discrimina, porque puede incubarse con sus nefastas consecuencias en ricos y pobres, explotadores y explotados, blancos, negros, amarillos…, los más perjudicados serán los de abajo.

Por más que se escuchen gritos lastimeros e hipócritas de la derecha política, empresarios, religiosos… cuando se refieren a las condiciones por las que atraviesa la humanidad, la lucha de clases no cesará.

Y es que los dueños del mundo no están preocupados por los seres humanos que sucumben ante la crisis sanitaria, sino que en el fondo su mayor desazón es la repercusión de la misma sobre la economía.

Su desvelo es por la baja en la producción y transacciones comerciales; cuarentena de trabajadores a nivel global; “ausentismo” laboral e inversión económica en el precario asistencialismo a los más pobres.

No sólo se impone negligencia e incapacidad de los gobiernos para manejar la pandemia que nos azota, sino que ante la desgracia prevalecen los intereses de quienes tienen el control político y económico.

Ejemplo al canto: Mister Trump ha minimizado la crisis en su país, que sólo en Nueva York cuenta unos 100 mil contagiados y más de 2,500 decesos, en tanto prioriza hostigar a Venezuela.


Nuestra realidad no es diferente; el Gobierno aprovecha la pandemia de Covid-19 para sacar capital político electoral y sus más allegados hacer grandes negocios ante el sufrimiento de los dominicanos.

Cien cuentos en 40 días

La pandemia de covid-19 no es la primera ni la última de las pruebas que ha padecido y tendrá que enfrentar la humanidad para sobrevivir ante su práctica autodestructiva, en su irracional egoísmo, inoculado hoy por el capitalismo salvaje, como ocurrió antes en la despiadada sociedad feudal.

En el siglo XIV, entre 1347 y 1353, la peste negra (Black Death) afectó dramáticamente a Euroasia, matando a un tercio de su población; pandemia transmitida a través de la bacteria conocida como Yersinia Pestis.

Una epidemia que conmovió a Inglaterra fue la peste bubónica, la cual se concentró sobre todo en Londres. En el pueblito de Eyam en Derbyshire, los aldeanos se autoimpusieron una cuarentena entre un año y 14 meses.

El confinamiento en Eyam fue un éxito, sin embargo, antes de la medida la enfermedad provocó la muerte del 75% de su población. La epidemia mató entre 70,000 y 100,000 personas en toda Inglaterra.

Estas pandemias nos hacen recordar a Giovanni Boccaccio, quien vivió de 1313 a 1375; se le considera el primer renacentista, al estimarse a Decamerón el triunfo irrefutable de la literatura profana.

Decameron (significa 10 días) fue un golpe literario sobre el pesado yugo de la opresión eclesiástica de su época, durante los cuales se narraron 100 cuentos que contenían crítica a la sociedad medieval.

En ese momento, el escritor y humanista italiano recrea en Decameron la corrupción del clero y el cisma de occidente, coincidiendo con la peste que asoló a Europa, Asia y África, y que en 1348 atacó a Florencia.


Boccaccio, frente a la población aterrada, provoca que esta ría a carcajadas al escuchar las narraciones de los curas corrompidos y los maridos cornudos. Ante el covid-19, urge la edición y lectura de nuestro Decameron.

Impacto psicosocial de Covid-19

Por ANULFO MATEO PEREZ

Desde el ámbito de la salud mental, la pandemia de coronavirus y su impacto implica una perturbación psicosocial que podría sobrepasar la capacidad de manejo o abordaje, en lo individual, familiar y macrosocial, provocando ansiedad, miedo, angustia, tristeza, insomnio, malhumor o pánico.

El cuadro clínico se acompaña de cambios en el funcionamiento somático, como palpitaciones, tensión muscular, temblores, sensación de “vacío en el estómago”, opresión precordial, entre otras molestias.

Estas reacciones podrían ser transitorias o mucho más permanentes, que actúan como mecanismos de defensa que alertan y preparan para enfrentarse a situaciones traumáticas, que podrían lograr estabilidad.

Prepara a los afectados para la tolerancia a la frustración y la esperanza de superación de dificultades, pero si no logran capacidad para la adaptación, entonces generan crisis, rompiendo el equilibrio.

Esto puede suceder en situaciones extremas, que vulneran las defensas psicológicas de manera brusca, como sucede con el impacto del Covid-19 en china, Italia o España, donde las situaciones han sido extremas.

En estos casos aparecen reacciones psicosomáticas que ya no son protectoras, sino que conducen a ciertas alteraciones emocionales de gravedad y en algunos casos a verdaderas enfermedades mentales.

Se podría presentar una conmoción mayor si por falta de controles efectivos la pandemia hace estragos en nuestro país, amenazando la vida de las personas, lo que implicaría situaciones muy prolongadas de estrés.


Por todo ello, es que el Ministerio de Salud, el SNS y la Dirección General de Salud Mental deben estar preparados para intervenir en poblaciones afectadas por registros de casos de Covid-19, y así evitar el pánico colectivo.

Crisis e incertidumbre

Por ANULFO MATEO PEREZ

La República Dominicana pasa por una tensa situación, con tendencia a empeorar ante una nueva crisis del capitalismo mundial, dados los factores económicos, sociales y políticos complejos que terminarían amenazando el sistema de dominación, pese a los cambios cosméticos resultados de estas elecciones de 2020.

Podría tratarse de una crisis orgánica, estructural, de régimen, de hegemonía o todos esos aspectos a la vez, cuando las instituciones han perdido la credibilidad y formal legitimidad ante la sociedad.

¿Estamos seguros de que se avizora una solución a la crisis cuando sean celebradas las elecciones generales en 2020, cuyos protagonistas son casi una réplica en términos políticos e ideológicos?

La grave crisis económica que se avizora en el capitalismo, y en particular en el país, con una deuda externa impagable que atrapa más del 50 por ciento de su PIB, se podría desembocar en una crisis de hegemonía.

Podríamos considerar que de mantenerse en progreso la tendencia actual, la situación desembocaría en una crisis orgánica, que como decía Antonio Gramcsi afecta al conjunto de las relaciones sociales.

Por supuesto, el estallido de la misma requiere de confluencia e interacción de la crisis de acumulación, política e ideológica con agudización de los choques entre clases y entre sus mismas fracciones internas.

Las preocupaciones del Departamento de Estado del imperio frente a la actual crisis en nuestro país, son debidas precisamente a que esta tiene las implicaciones antes descrita y no hay relevo para sofocarla.


La incertidumbre económica y política se acentúa a cada paso, y se reactivan nuevamente en las calles las “mareas” humanas contra la corrupción, la impunidad, así como contra los responsables de la crisis actual.

Pueblo y verdugos

Por ANULFO MATEO PEREZ

El próximo domingo volverá el peregrinaje hacia los centros electorales para votar en unos comicios convocados en todo el territorio nacional, repitiendo un ejercicio que procura más que votar a favor de candidatos idóneos, será simplemente contra los que están dirigiendo los ayuntamientos o pretenden hacerlo.

Los más ingenuos dispuestos a elegir a “los menos malos”, en un mar de dudas y angustias… para terminar decepcionados cuando los candidatos electos inicien sus gestiones edilicias y pasen a ser más de lo mismo.

Estamos ante votantes bajo ensoñación “color de rosa” y de espanto, en tanto la partidocracia y sus leyes electorales intentan imponer la validación de un sistema político en avanzado estado de putrefacción.

Un certamen tutelado por el imperio, donde se impone el poder del Estado, del dinero, de la manipulación e intimidación, clientelismo… en pocas palabras, de la trampa…, mecanismos espurios que deciden quienes serán electos.

Los electores no sufragarán por programas, sino por candidatos (la mayoría de la fauna politiquera), que simulan ser adalides de la democracia, pero en realidad no son más que continuadores o relevos de lo podrido.

En esa llamada "fiesta de la democracia" (¿o desorden de la pseudo democracia? participan partidos políticos que se califican a sí mismos democráticos y revolucionarios, pero se abrazan a otros vinculados históricamente a la represión, al crimen político, al bajo mundo y a la corrupción de Estado.

A ese revoltijo nauseabundo le llaman “alianza táctica”, que luego se convierte en alianza estratégica para evitar los cambios que exigen los sufragantes, mareados por la propaganda de la partidocracia.


Frente a esa amalgama de conservadores, liberales y revolucionarios también le llaman eufemísticamente “unidad en la diversidad”, que sirve de retranca a la decantación necesaria entre pueblo y verdugos.

Un gobierno desconcertado

Por ANULFO MATEO PEREZ 

La crisis política por la que atraviesa el país, tras el tollo electoral provocado por las maniobras fraudulentas del gobierno, podría atenuarse si el Presidente “estratega” entiende que su mandato ya termina y que no hay forma de seguir en el poder a través de testaferros involucrados en la corrupción.

La suspensión de los comicios municipales del pasado 16 de febrero se convirtió en el detonante de protestas masivas de miles de jóvenes, que han llegado al hartazgo por el caos creado por el gobierno.

En respuesta, el montaje del “Trabucazo 2020” de nuestros jóvenes el pasado jueves en la Plaza de la Bandera, ha demostrado que los aportes de Marcha Verde, ahora vestida de negro, sigue dando buenos frutos.

La juventud se rebela contra este sistema, porque les ha robado el futuro a generaciones y ahora pretende hacer lo mismo con ella, consciente, además, de que debe irse decantado de la partidocracia.

Y ante esa realidad, el Gobierno insiste en mentir respecto a lo ocurrido el 16 de febrero; echarle el “muerto” a sus peones de la JCE, dejando la necropsia a la OEA, la que avaló la ocupación militar yanqui en 1965.

La debacle de este gobierno era previsible desde la reelección de Danilo Medina, que previo a su primer mandato incumplió con promesas de campaña, como fue la de terminar con la corrupción y la impunidad.

La situación se le ha empeorado por su conexión con el sonado caso Odebrecht, que le acorrala a él y a sus colaboradores en distintos estamentos del Estado, quienes mediante sobornos cobraron sumas millonarias.


Ahora se suman a la crisis, los ominosos planes de Danilo Medina y su grupo, dirigidos a perpetuarse en el poder, en un momento de profunda descomposición estructural del sistema y su partidocracia corrupta.