Raíces Radio

jueves, 30 de mayo de 2013

Trabajo encubierto

Por ANULFO MATEO PÉREZ

En la lucha política, social, económica —y también en la guerra—, se despliegan distintos medios para vencer o resguardarse de los adversarios. Múltiples recursos son empleados para obtener distintos objetivos.

Infiltrar y penetrar al oponente es una acción encubierta, con la que se disminuyen, neutralizan y/o destruyen las organizaciones y sus dirigentes. Siempre son parte de un plan general de quienes lo articulan.

Los agentes encubiertos en el seno del enemigo, que actúan según se les instruye, tienen distintas misiones; pasan por etapas para lograr la confianza y el acceso a las informaciones sensibles.

Sus acciones son dirigidas desde un centro que estudia y da seguimiento político a esa organización a debilitar o destruir.

Actúan, según sus éxitos, como simples informantes de lo que discute, acuerda y practica el enemigo. Algunos se convierten en dirigentes, asesores y/o consultantes de los “jefes” políticos. O pueden llegar a ser el líder.

Otras veces juegan el rol de catalizadores de las contradicciones naturales en el seno de la organización donde actúan, atizando la división, el debilitamiento y/o destrucción de la misma.

Para llegar al guía político o a los organismos dirigentes, realizan hazañas importantes. Aportan recursos económicos; despliegan falsas “cruzadas” contra sus prohijadores y simulan ser incondicionales al líder.

Mientras más abierta e indisciplinada es la organización, más fácil es desnaturalizarla, manipularla, debilitarla y destruirla, según la conveniencia.

También existen verdaderos traidores, que por su naturaleza terminan cambiando de bando con disimulo —colaborando desde adentro —, o pasando abiertamente al adversario.

Por todo eso, la ingenuidad y la política no deben ir nunca de las manos. 

02/04/2011.