Raíces Radio

viernes, 22 de septiembre de 2017

Desastres naturales y salud mental

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Desde el ámbito de la salud mental, las emergencias y los desastres naturales implican una perturbación psicosocial que sobrepasa la capacidad de manejo o abordaje de la población, en lo individual, familiar y social de las víctimas, provocando ansiedad, miedo, tristeza, insomnio, frustración, malhumor o pánico.

El cuadro clínico se acompaña de cambios en el funcionamiento físico, como palpitaciones, tensión muscular, temblores, sensación de “vacío en el estómago”, opresión precordial, entre otras molestias somáticas.

Estas reacciones podrían ser transitorias o mucho más permanentes, que actúan como mecanismos de defensa que alertan y preparan para enfrentarse a situaciones traumáticas, que podrían lograr estabilidad.

Prepara a los afectados para la tolerancia a la frustración y la esperanza de superación de dificultades, pero si no logran capacidad para la adaptación, entonces generan crisis, rompiendo el equilibrio.

Esto puede suceder en catástrofes extremas, que vulneran las defensas de manera brusca, como el reciente terremoto en México o el desplome de las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.

En estos casos aparecen reacciones físicas y psicológicas que ya no son protectoras, sino que conducen a ciertas alteraciones emocionales de gravedad y en algunos casos a verdaderas enfermedades mentales.

Se presenta una conmoción mayor en eventos inesperados, los provocados por el hombre, los que implican situación de estrés muy prolongado, que ponen en riesgo la vida, así como los de afectación colectiva.

Por todo ello, es que la Dirección General de Salud Mental, el SNS y Ministerio de Salud deben intervenir con urgencia en las poblaciones afectadas por el impacto de los efectos de los más recientes huracanes.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Corrupción y distracción

Por ANULFO MATEO PÉREZ

El dictamen del juez Francisco Ortega, que cambió la medida de coerción a los imputados Víctor Díaz Rúa y Angel Rondón, de prisión en Najayo a una garantía económica, nos dice con claridad hacia donde el gobierno conduce el más escandaloso acto de corrupción oficial, conocido como el caso Odebrecht.

Prueba de que esa decisión procura la impunidad frente al cohecho, es la connivencia del procurador general Jean Alán Rodríguez, al presentar ex profeso un expediente mostrenco, pusilánime, anémico…

Hemos visto, además, cómo el poder mediático del gobierno se usó y se usa para dar mayor relevancia a penosos hechos de la crónica roja, politizar el huracán Irma, así como agitar el tema de la Ley de partidos.

Nada de esto es nuevo, si tenemos en cuenta que el control social se logra con la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los temas de mayor importancia a otros de menor relevancia. 

Con su poder mediático, las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones han sacado el tema Odebrecht-Punta Catalina de los medios bajo su dominio.

La estrategia inició al implicar a distintos sectores políticos y económicos en el escandaloso caso, para luego tomar medidas blandas con los apresados e ir degradándolo poco a poco hasta lograr la impunidad.

Y esa maniobra la conocían casi todos los imputados, que decidieron guardar silencio, y que antes había sido roto por Temístocles Montás y el señor Angel Rondón cuando se le dictó privación de libertad.

Igual estratagema contenida en el manual "Armas silenciosas para guerras tranquilas", le aplica el gobierno a la Marcha Verde para debilitarla y desactivar su lucha contra la corrupción y la impunidad.

Huracán Irma y salud mental

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Luego del paso del huracán Irma, las autoridades sanitarias deben tomar en cuenta a las poblaciones afectadas por situaciones de emergencia, para procurarles la debida protección a su salud mental y bienestar psicosocial, ya que pueden estar padeciendo pérdidas materiales y diversas afecciones de salud.

Los organismos para asistir a las personas en riesgo por el paso del referido meteoro deben agilizar la ayuda para evitar peores daños a los grupos más frágiles, que podrían presentar serias alteraciones mentales.

Posterior al paso de los poderosos huracanes David (1979), George (1998) y las inundaciones del Río Blanco -río Soulier- (2004) asistí a pacientes atormentados en San José de Ocoa, San Juan de la Maguana y en Jimaní.

En esas localidades hallé personas muy pobres con estrés postraumático; duelo por muerte de familiares y amigos; depresión con ideación e intento suicida y enfermedades mentales graves, moderadas y leves.

En las inundaciones de Jimaní, acudí como parte de un grupo de experimentados psiquiatras que integraba un amplio equipo multidisciplinario, abordando con apoyo emocional y psicofármacos a los más afectados.

Tras catástrofes naturales, como es el paso de un huracán, suelen incrementarse reacciones depresivas, furia, agresividad y un comportamiento suicida en la población impactada.

No obstante, apreciamos el contraste con otras personas que reaccionaron de forma constructiva tras la experiencia potencialmente traumática, actitud fuertemente vinculada con el desarrollo personal.

En estos casos se pueden apreciar la confianza en la propia capacidad para reconstruir la vida, y una firme sensación de fortaleza interior, que sirven de mucho apoyo a otras personas que no tienen esos atributos.