Por ANULFO MATEO PÉREZ
Argumentan
que la división de la izquierda tradicional se ha debido a que en la
década de 1960, cada grupo se alineó a una de las distintas corrientes
del pensamiento marxista representadas por Moscú, Pekín, Albania y Cuba.
El
asunto es más grave: Esa izquierda nunca ha estado unida. Una gran
parte de quienes la constituyeron, y que se decía así misma marxista,
jamás se encontró con Aurelio Baldor, mucho menos con Carlos Marx.
Otros
intentaron leer a los clásicos del marxismo, pero lo hicieron como la
guardia. Los menos, los han escudriñado con rigurosidad, y pocos se
empeñan en tenerlos como guía para la acción.
El movimiento
marxista se estructuró en el país en la década de 1940, articulándose en
sus inicios a los trabajadores, pero al ser ajusticiado Trujillo
prefirió mirar hacia la pequeña burguesía.
Posterior al golpe
contra Juan Bosch en 1963, abordó al movimiento obrero y a los
campesinos sin tierra, hasta la década de 1970, para concentrarse
después en los sectores medios.
Ahora dice la izquierda que
negocia con el PRD-PLD, que su referente es el movimiento progresista
triunfante en Suramérica, pero ignora que el mismo logró unidad y
fortaleza enfrentando a la derecha, no subordinándose a ella.
Por
esos desencuentros ideológicos, así como por su errónea y desesperada
táctica del “toma y daca” con la derecha, sus dirigentes han desatado
los demonios internos.
Muy penoso el discurso que avala que
“izquierdistas” vayan en las boletas de blancos y morados, culpables por
igual -junto al PRSC- del desastre que estremece los cimientos de esta
sociedad.
Con esa práctica justifican lo expresado por los
sectores progresistas, de que todos los políticos son iguales, porque
sólo aspiran a estar en la nómina pública.
24 octubre, 2010.
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