Raíces Radio

sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Está usted deprimido?

Por ANULFO MATEO PÉREZ

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Los medicamentos para el control efectivo de la hipertensión arterial pueden provocar depresión, al igual que los anticonceptivos, anorexígenos, corticosteroides, tuberculostáticos, así como los neurolépticos para el control de afecciones mentales, con frecuencia usados sin supervisión médica. Por esa y otras circunstancias es que se recomienda acudir al facultativo para una evaluación periódica, momento en que este revalorará los usos de esas y otras moléculas y reajustará el tratamiento, si es necesario.

Resulta peligrosa la automedicación para tratar síntomas o enfermedades; recordemos que los fármacos tienen efectos colaterales y contraindicaciones, sobre todo en los adultos mayores, dados a la polifarmacia. 

En la tercera edad -sin aparentes causas- la depresión puede manifestarse sin historia de haber sufrido antes de esa enfermedad, es lo que conocemos desde hace décadas como melancolía involutiva.

En esta etapa de la vida, el cuadro clínico se caracteriza por un dramático estado de desolación, acompañado de una vasta sintomatología encabezada por la tristeza y dominada por la agitación ansiosa.

La melancolía involutiva coincide con la pérdida de memoria, rigidez del carácter, irritabilidad, labilidad emocional, fases de inseguridad y perjuicio, por quienes han tenido el privilegio de alcanzar la tercera edad.

La depresión -en todas sus expresiones clínicas- puede ser tratada con éxito de forma ambulatoria o mediante hospitalización, con la estrecha alianza del paciente, de su médico, familiares y otros relacionados.

No debemos olvidar, que esta enfermedad puede conducir al suicidio, por lo que no debe ser subestimada por ningún miembro de esa alianza. ¿Estás deprimido/a? No te quedes callado/a, ¡pide ayuda!         

domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Está usted deprimido?


Por ANULFO MATEO PÉREZ

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Gracias al avance de las ciencias y la técnica, hoy conocemos la etiopatogenia de los trastornos del ánimo, y que la depresión no tiene ninguna relación con la “bilis negra”, como pensaba el filósofo Demócrito, sino con neurotransmisores cerebrales, las catecolaminas, que se hayan en el sistema nervioso central.

Estudios a nivel cerebral nos han permitido conocer que la noradrenalina y la dopamina participan en el tono afectivo y que si disminuyen causan depresión y si se elevan exaltación del estado de ánimo.

Estas conclusiones han contribuido a que la industria biomédica elabore moléculas que al ser ingeridas eleven los niveles de esos neurotransmisores y restablezcan, junto a la psicoterapia, la salud del enfermo.

En el pasado, reputados autores consideraron la depresión como la “epidemia del siglo” XX, y tal concepto se mantiene vigente, dada la alta incidencia y prevalencia de la misma, así como del suicidio.

Ese trastorno del ánimo afecta a hombres y mujeres, a infantes y adultos, ricos y pobres, obreros e intelectuales, militares, políticos militantes e indiferentes, a religiosos y no creyentes, en fin, a los distintos segmentos de la sociedad.

La depresión puede presentarse como síntoma acompañante de otras afecciones y como enfermedad. Puede ser reactiva a contingencias generadas en la interrelación sujeto-medio y de origen endógeno.

Puede ser secundaria a tumores cerebrales o a la esclerosis, infecciones, trauma craneo-encefálico, o como secuela de otras afecciones como la epilepsia y la enfermedad de Parkinson.

Es muy frecuente tras los accidentes cerebro-vasculares, en el alcoholismo y otras toxicomanías. En enfermedades renales, hepáticas, diabetes mellitus, hipotiroidismo, menopausia y tuberculosis pulmonar.