El
discurso del presidente Danilo Medina ante la Asamblea Nacional
el pasado miércoles, escuchado en vivo a través de cientos de medios de
comunicación, viene siendo criticado porque no cumplió con las expectativas de
los dominicanos y por no rendir cuentas, como establece la Constitución de la República.
Se
pudo apreciar en su intervención, cómo fueron omitidos los datos relevantes en
materia de gasto público, el de la corrupción y la impunidad, mientras
enfatizaba en promesas con carácter reeleccionista.
Esa
situación es el resultado del escaso avance democrático que hemos alcanzado,
pese a las intensas luchas sociales y políticas, prevaleciendo as
contradicciones entre liberalismo y conservadurismo.
Todo
esto en el contexto histórico, término de la II Guerra Mundial
(1945), cuando EE.UU. y aliados lograron la supremacía económico-militar, pese
al impacto de la Revolución
de Octubre en Rusia (1917).
Mucho
antes (1823), EE.UU. y el Imperio Ruso habían acordado la repartición del
mundo, mediante la “Doctrina Monroe”, elaborada por John
Quincy Adams y presentada por el presidente James Monroe.
“América para los americanos” devino en que americano sería
alusivo a estadounidenses, no así para todos los que habitamos estas tierras,
alertando Rubén Darío que EE.UU. sería el invasor de la “América
ingenua”.
Ese
imperio instaló a Trujillo en el poder (1930), tras ocuparnos militarmente
(1916-1924), y a otros dictadores en “esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor”, entre liberales y conservadores.
Aún
escuchamos con pesar promesas de los relevos sucesivos cuya sabia nutricia es
el neotrujillismo y neobalaguerismo, los cuales sólo garantizan
el inmovilismo
social y los intereses del bloque dominante.