Por ANULFO MATEO PEREZ
La República Dominicana pasa por una tensa situación, con tendencia a
empeorar ante una nueva crisis del capitalismo mundial, dados los
factores económicos, sociales y políticos complejos que terminarían
amenazando el sistema de dominación, pese a los cambios cosméticos
resultados de estas elecciones de 2020.
Podría tratarse de una crisis orgánica, estructural, de régimen, de
hegemonía o todos esos aspectos a la vez, cuando las instituciones han
perdido la credibilidad y formal legitimidad ante la sociedad.
¿Estamos seguros de que se avizora una solución a la crisis cuando
sean celebradas las elecciones generales en 2020, cuyos protagonistas
son casi una réplica en términos políticos e ideológicos?
La grave crisis económica que se avizora en el capitalismo, y en
particular en el país, con una deuda externa impagable que atrapa más
del 50 por ciento de su PIB, se podría desembocar en una crisis de
hegemonía.
Podríamos considerar que de mantenerse en progreso la tendencia
actual, la situación desembocaría en una crisis orgánica, que como decía
Antonio Gramcsi afecta al conjunto de las relaciones sociales.
Por supuesto, el estallido de la misma requiere de confluencia e
interacción de la crisis de acumulación, política e ideológica con
agudización de los choques entre clases y entre sus mismas fracciones
internas.
Las preocupaciones del Departamento de Estado del imperio frente a la
actual crisis en nuestro país, son debidas precisamente a que esta
tiene las implicaciones antes descrita y no hay relevo para sofocarla.
La incertidumbre económica y política se acentúa a cada paso, y se
reactivan nuevamente en las calles las “mareas” humanas contra la
corrupción, la impunidad, así como contra los responsables de la crisis
actual.
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