Por ANULFO MATEO PÉREZ
El amplio movimiento de jóvenes por la transparencia, contra la
corrupción y la impunidad es el resultado del proceso de maduración
social y ciudadana, que aspira a cambios verdaderos. Hemos llegado al
“momento catártico” de conciencia social de importantes sectores
nacionales.
Sin lugar a dudas, los jóvenes llevan la delantera, en una acción de
“subversión desenajenante” de lo social, cultural y político. No hay que
alarmarse, lo joven es casi siempre sinónimo de subversión.
Pero también lo es de lucha, perseverancia y cambios, como ocurre en
otras naciones que han decidido corregir el rumbo de su propia realidad
agobiante, ríspida, alucinante e insoportable.
A cada paso, los integrantes de esos sectores en ebullición han ido
mutando de sujetos políticos a sujetos sociales, y han tomado las
calles, como expresión de la crisis nacional en desarrollo.
Proceso que se incuba, fermenta y cataliza en la sociedad civil, que
como decía Antonio Gramsci, es “donde se forma la voluntad colectiva, se
organiza el convencimiento y la adhesión de las clases subalternas”.
Todo ello ayudado por el desarrollo tecnológico de los medios de
difusión, que permiten la internacionalización de esa sociedad civil,
que actúa en circuito, como ocurrió entre Madrid y Nueva York.
El movimiento de indignados crece como bola de nieve, ante el déficit
fiscal, paquetazo impositivo y la debacle económico-social y
ético-moral… a que ha conducido y conduce el PLD, Leonel Fernández,
Danilo Medina y sus acólitos.
El desarrollo ascendente del pensamiento liberador implica la
recomposición constante de su bloque histórico, y como un gesto de
irrefutable valor político lo palparemos esta tarde en el entorno del
“obelisco hembra” del malecón de esta capital.
08 de diciembre del 2012.
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