Por ANULFO MATEO PÉREZ
Una extraña enfermedad ha sido detectada en humanos, y las
autoridades la han asumido como secreto de Estado, por afectar a un
encumbrado grupo social.
El padecimiento entraña daño en la fonación y la audición. También
provoca insomnio, temblores, sudoración, angustia, vértigos, disfemia,
mejor conocida como tartamudez, y rigidez de los músculos del cuello.
El contagio se produjo luego del arribo al país de un empresario
español, constructor de torres, que es mantenido en cuarentena en
Valencia, España, donde le detectaron un polvo blanco, causante del mal
tropical.
Un Duque colombiano que dio la mano al español, está interno en esta
capital, bajo las atenciones del doctor Vargas, pero otros doctores han
amenazado con darle el alta.
El científico español Javier Saragoza, investiga el brote y un picazo
mal conceptualizado. Nadie coopera; se lo impide la sordomudez. Ni
responden al lenguaje de señas: dicen que la rigidez les impide asentir o
negar con la cabeza.
El investigador ibérico trató de auxiliarse del epidemiólogo inglés,
John Snow, pero luego se enteró que éste yace bajo una lápida en
Londres, desde el 16 de junio de 1858.
Por tales razones, Saragoza advierte que se llevará a los contagiados
a España, para una investigación más exhaustiva, noticia que
paradójicamente ha empeorado el estado de los afectados.
El doctor Castillo, gurú en toxicología, asegura que el causante es
un veneno —como el que emana de la Barrick Gold— y de forma “ominosa”
permea los cuerpos armados y desalmados del país.
Habrá que esperar al Tiempo, quien tiene la última palabra, aislar el
agente causal, detectar a todos los contaminados, aplicarles el
antídoto y mantenerlos en cuarentena entre 10 y 30 años, según el caso.
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