Por ANULFO MATEO PÉREZ
En
franca violación al derecho internacional el gobierno de Estados Unidos acaba
de aplicar en la República Dominicana
la extraterritorialidad de sus leyes, para impedir que las aeronaves de Cubana
de Aviación se abastezcan de combustible en el Aeropuerto Internacional de las
Américas (AILA).
Esa
draconiana medida no es sólo parte del bloqueo económico de los halcones de
Washington contra Cuba Revolucionaria, sino una grosera violación a la Constitución, las leyes
y soberanía de nuestro país.
A
los miembros de la misión diplomática cubana se les ha impedido realizar
transacciones comerciales en el Scotiabank, como acceder al supermercado
Pricesmart, ante la indiferencia del gobierno dominicano.
El
pecado de Cuba ha sido hacer valer, luego del triunfo de la Revolución, la equidad,
inclusión, su condición de nación libre, independiente y soberana; ejercer su autodeterminación.
Estas
violaciones al derecho internacional entran en abierto desafío a las resoluciones
de la Organización
de Naciones Unidas (ONU), que por amplia mayoría de sus miembros se oponen al
bloqueo contra la Isla.
El
imperio se muestra sordo a esos justos reclamos, porque su obsesión es impedir
el desarrollo de un proceso de transformación política, social y económica
anticapitalista. En pocas palabras, cortar sus alas.
El
6 de octubre de 1976, un avión de Cubana de Aviación fue derribado por un
sabotaje con C-4, urdido por la
CIA y ejecutado por su agente Luis Posada Carriles, cuando partía
de la isla de Barbados con 73 personas a bordo.
Pese
a todo, Cuba es como otros pueblos de América, imbatible, indomable, como lo son las poesías del alma, que como
decía José Martí, “nadie podrá cortar las alas…”, ni impedir “esa mirada
ansiosa hacia las nubes”.
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