Por ANULFO MATEO PÉREZ
Cuando en el año 1985, el centro derechista Partido Revolucionario
Social Cristiano (PRSC) decidió sumarse al Partido Reformista (PR) y
asumir el liderazgo de Joaquín Balaguer, pasándole su “Social Cristiano”
y su sigla para crearle así una “nueva imagen” al neotrujillismo, ya se
sabía de antemano.
En 1966, el socialcristianismo enarboló la consigna “vota verde por
Juan Bosch”, fruto de un pacto con el Partido Revolucionario Dominicano
(PRD), que buscaba restablecerlo en el poder, luego de ser derrocado el
25 de septiembre de 1963 por la oligarquía y Estados Unidos.
Casi cuarenta años después el PRD firma el “pacto por la democracia”
con Balaguer, para evitar la ruptura con el sistema político y preservar
el status quo.
El PRD, organización fundada en Cuba en 1939 con el propósito de
luchar contra la dictadura de Trujillo, su derrocamiento y la tomar del
poder político, desde su arribo al país se enfrentó a la oligarquía
desde una posición liberal.
Al regresar del exilio, el 20 de octubre de 1961, el profesor Juan
Bosch acuñó los términos “tutumpotes” e “hijos de Machepas”, para
caracterizar a ricos y pobres, respectivamente. Luego escribe las obras
De Cristóbal Colón a Fidel Castro; El Caribe, Frontera Imperial y
Composición Social Dominicana, entre otras.
Pese a esa labor, el PRD continuaba desplazándose más hacia la
derecha. El profesor Juan Bosch decide marcharse y fundar el Partido de
la Liberación Dominicana (PLD), sustentado en la pequeña burguesía
-profesionales, intelectuales y segmentos del movimiento sindical que
habían desertado de la izquierda- para arribar a la presidencia de la
República.
Esa organización, fundada por Bosch, que hablaba de revolución,
liberación y de prédica antibalaguerista, al transcurrir el tiempo se ha
reencontrado ideológicamente con sus antiguos compañeros de partido y
las demás organizaciones del anacrónico sistema político imperante,
sometido a crisis políticas y luchas intestinas, corroído por la
corrupción desde el poder, reciclándose constantemente para sobrevivir.
Todo esto estaba precedido de una febril lucha ideológica en la
pequeña burguesía, lo que llevó a la fractura del Movimiento
Revolucionario 14 de Junio y de las organizaciones obreras y sociales
afines, enfrentadas entre sí fruto de los devaneos del vanguardismo
sectario.
Las izquierdas, sometidas a crisis periódicas, se han dispersado
-sobre todo luego de la caída del “socialismo real”- y a pesar de los
esfuerzos de reunificación, sus escasos fundamentos político-ideológicos
las mantienen postradas, cuando en centro y Suramérica desplazan a las
derechas.
Ese paso no ha sido posible en el país, por los errores políticos de
sus dirigentes, las acciones diestras de sus enemigos, la represión y el
crimen político de que han sido víctimas, primero por Trujillo y luego
por los gobiernos despóticos al servicio de la oligarquía bajo las
políticas de exterminio de Estados Unidos.
Una pléyade de revolucionarios fue eliminada combatiendo a Trujillo,
durante las expediciones de Luperón, el 19 de julio de 1949, y de
Constanza, Maimón y Estero Hondo, el 14 de Junio de 1959. Dos grandes
líderes fueron asesinados: Manuel Aurelio Tavárez Justo, el 16 de
diciembre de 1963, y Francisco Alberto Caamaño Deñó, el 16 de febrero de
1973.
Los pactos entre peledeísmo, perredeísmo y reformismo, -sumados al
transfuguismo- son una reedición de la historia, para que todo quede
igual. La partidocracia en la que se anida la burguesía y la pequeña
burguesía trepadora, han entronizado la corrupción y los abusos de
poder, en un marco legal donde prevalece la impunidad en contra del
pueblo dominicano.
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