Por
ANULFO MATEO PÉREZ
La
esperanza de vida es la edad hasta la que sobrevive el individuo de una cohorte
de población, teniendo en cuenta que casi todos los países desarrollados tienen
esperanzas de vida al nacer superiores a 65 años y más de la mitad de todas las
muertes se producen a los 65 años o después de estos años.
Las
causas de muerte en este estrato de edad dominan el total de todas las del
país, lo que significa que es imprescindible estudiar las causas de muerte y
discapacidad de cada etapa de la vida por separado.
Esto
nos permite orientar los esfuerzos de prevención en etapas anteriores del ciclo
vital, por lo que no es sorpresa que las tasas brutas de mortalidad de los
países muestren determinadas causalidades coincidentes.
En
los adultos mayores, las causas de muerte más frecuentes son las
cardio-vasculares, cerebro-vasculares, neoplasias malignas, obstructivas del
pulmón y las neumonías en casi todas las regiones del mundo.
El
comportamiento de las clasificaciones mencionadas se puede apreciar en los
países desarrollados, así como en los que todavía se encuentran en las primeras
etapas de su evolución económica.
La
mortalidad se acelera a medida que transcurren los decenios de la vida: A partir
de los 25 a
34 años de edad, las tasas de mortalidad por todas las causas se duplican con
cada decenio sucesivo a esta etapa.
Esta
circunstancia es igual en hombres como en mujeres, en casi todos los países,
sin embargo debo precisar que en cada decenio las tasas de mortalidad de los
hombres son siempre superiores a las de las mujeres.
La
aceleración de las tasas de mortalidad en los ancianos, revela su
vulnerabilidad y la necesidad de la prevención para retrasar la oleada de
enfermedad y muerte hasta etapas posteriores en el ciclo vital.
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