Por
ANULFO MATEO PÉREZ
Pese
el desarrollo de la
Marcha Verde y su más reciente demostración multitudinaria el
pasado domingo, ninguna sorpresa debía esperarse en las decisiones del Consejo
Nacional de la
Magistratura (CNM), que dominado por el oficialismo ha movido
las piezas a su favor en el ajedrez político dominicano.
Por
lo que es la tradición de los que han detentado el poder, el gobierno de Danilo
Medina ha producido los cambios del gatopardismo, “cambiar todo para que nada
cambie”, reforzando su hegemonía grupal.
De
manera que la elección de las altas cortes es una respuesta política al
movimiento anticorrupción y a la partidocracia, así como a los adversarios del
“danilismo” a lo interno del PLD, que siguen en jaque.
En
el arte militar, la contramarcha es toda operación, movimiento o maniobra en
que un cuerpo de tropas en acción toma una dirección contraria a la que llevaba
hasta ese momento para distraer al enemigo.
Esta
táctica es muy distinta a la retirada rápida, en una maniobra de engaño al
enemigo, o al repliegue, que se caracteriza por la organización ante las
adversidades en el terreno de la confrontación militar.
Nada
de esto ha hecho el gobierno, sino que por el contrario ha decidido golpear a
todos los que le reclaman un cambio de rumbo, hastiados de tanta corrupción,
impunidad, ineficiencia, desorden e inseguridad.
Algunos
conformistas entienden que el CNM se decidió por lo menos malo, porque dejó a
un lado a los anteriores miembros de las altas cortes, pero en realidad lo que
hizo fue cambiar a Quevedo por Malpica.
En
tanto, el gobierno seguirá la ruta contraria al pujante movimiento Marcha
Verde, que con firmeza espartana exige el cese de la corrupción y la impunidad,
un peligroso y obstinado desafío a la confrontación.
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