Por ANULFO MATEO PÉREZ
En las luchas por la desocupación haitiana de nuestro territorio y
proclamación de su Independencia, en la Guerra de la Restauración y resistencia
contra la ocupación militar de EEUU (1916-1924) y en la Revolución de Abril
(1965), los dominicanos reiteraron su abnegación en la defensa de su
independencia y soberanía.
No obstante, en los últimos tres cuartos de siglo “hombres sin juicio y sin
corazón”, prevalidos de poder, como Pedro Santana y Buena Ventura Báez en el
pasado, han enajenado nuestra Patria.
Hoy vemos al país encaminarse hacia el precipicio, dadas las revelaciones del
extraditado Quirino Ernesto Paulino Castillo, que desde el poder se prohíja el
narcotráfico y se usa como ariete en la política.
En pocas palabras, que la República Dominicana no es sólo un “almacén de
narcóticos”, como se ha denunciado, sino que se ha convertido en un
narco-Estado, cuyos estamentos están al servicio de grupos mafiosos.
Esto implica que la seguridad nacional atraviesa por días lúgubres, que somos
cada vez más vulnerables a las acciones del imperio estadounidense y el
narcotráfico, que nos hacen girar vertiginosamente en sus órbitas.
Es evidente la intervención del Departamento de Estado de EEUU en esos y
otros asuntos internos y que el embajador James Brewster, mueve los hilos en la
Procuraduría de la República en el caso de Félix Bautista.
Todo ello nos condena a mayor sometimiento y gravita sobre nuestro futuro,
con tal fuerza, que tendremos resultados electorales en 2016 muy condicionados
cada vez más por los intereses de Washington.
Estos señores, que hasta ahora nos desgobiernan, convierten a esta media isla
en un estercolero, alienan a una parte de su juventud, dispendian sus recursos y
ponen de rodillas al pueblo dominicano.
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