Por ANULFO MATEO PÉREZ
La oposición tiene dos alternativas, o se mantiene dispersa para que el país
continúe por el escabroso camino por el que lo conduce el PLD o se pone de
acuerdo para producir los cambios sociales, económicos y políticos, que le
pongan fin al desorden institucional, la inequidad social y económica.
No basta con enarbolar un discurso electoral contra la corruptela, la
inseguridad ciudadana, la descomposición de las instituciones públicas o el
retroceso en materia democrática a que nos ha conducido el PLD.
El “orden del día” es unificar a la oposición mediante un programa
transformador, que desde el poder proceda a sacar a más de la mitad de la
población de la pobreza extrema, la ignorancia y la marginalidad.
El pueblo dominicano se resiste a ser engañado nueva vez con promesas que
nunca se cumplen, para conducirlo a un callejón sin salida en términos
electorales, tal como se llevan las reses al matadero.
El Club Bilderberg dominicano está en una fase de consultas para decidir qué
hacer en esta grave crisis de la partidocracia que le representa, caracterizada
por divisiones internas y desprestigio creciente.
Ese poderoso grupo debate si apoyar la reelección de Danilo Medina o procurar
el difícil retorno de Leonel Fernández, o apoyar a un emergente que le garantice
mayor estabilidad y seguridad de sus mezquinos intereses.
El poder permanente, que decidió llevar al peledeismo al Palacio Nacional,
está angustiado, acorralado por la incertidumbre, con una oposición que no le
parece el relevo ideal para mantener el control del Estado.
Ha llegado el momento de que los sectores que aspiran a un país donde reine
la institucionalidad democrática, la justicia social y económica, desplacen a
los responsables de este desastre nacional.
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