Por ANULFO MATEO PÉREZ
La
genialidad de Carlos Marx expuesta en su tesis XI sobre Feuerbach (1845)
establecía que los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de
distintos modos, pero lo importante en definitiva es transformarlo. En
consecuencia, la teoría política revolucionaria debe contribuir a cambiar la
sociedad.
No
hay dudas de que los gobiernos de la burguesía antinacional, tras la
defenestración de la dictadura de Trujillo, sólo han servido para enriquecer a una
cáfila de vagabundos dedicados a repartirse el patrimonio público.
No
debemos limitarnos a repetir esa verdad, sino dar los pasos necesarios para que
los dominicanos se sacudan de la barbarie, se rebelen de la ignominia e inicien
el camino de los cambios transformadores.
Para
ello es indispensable la unidad de propósitos y la toma del poder, que
enfrentaría las abismales desigualdades sociales y económicas, el
analfabetismo, desempleo, hambre e insalubridad, entre otras miserias.
Aunque
para lograrlo haya que avanzar peldaño a peldaño, haciendo las alianzas
pertinentes, creando un gran frente popular identificado con esos cambios
verdaderos y con suficiente vocación de poder.
La
participación de la izquierda y de otras organizaciones partidarias de esas
inaplazables metas desde un nuevo gobierno, es indispensable para alcanzarlas,
mantenerlas y profundizarlas.
Me
refiero a la izquierda y sectores que resultaron victoriosos en la lucha en Los
Haitises, contra la
Isla Artificial, y persisten para que se declare a Loma
Miranda Parque Nacional, la misma enfrentada a la corrupción.
La
participación de lo más avanzado de la sociedad en el próximo proceso electoral
no debe hacerle el juego a la partidocracia, sino para avanzar hacia un estadio
que permita confrontarla.
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