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Los
medicamentos para el control efectivo de la hipertensión arterial pueden
provocar depresión, al igual que los anticonceptivos, anorexígenos,
corticosteroides, tuberculostáticos, así como los neurolépticos para el control
de afecciones mentales, con frecuencia usados sin supervisión médica. Por
esa y otras circunstancias es que se recomienda acudir al facultativo para una
evaluación periódica, momento en que este revalorará los usos de esas y otras
moléculas y reajustará el tratamiento, si es necesario.
Resulta
peligrosa la automedicación para tratar síntomas o enfermedades; recordemos que
los fármacos tienen efectos colaterales y contraindicaciones, sobre todo en los
adultos mayores, dados a la polifarmacia.
En
la tercera edad -sin aparentes causas- la depresión puede manifestarse sin
historia de haber sufrido antes de esa enfermedad, es lo que conocemos desde
hace décadas como melancolía involutiva.
En
esta etapa de la vida, el cuadro clínico se caracteriza por un dramático estado
de desolación, acompañado de una vasta sintomatología encabezada por la
tristeza y dominada por la agitación ansiosa.
La
melancolía involutiva coincide con la pérdida de memoria, rigidez del carácter,
irritabilidad, labilidad emocional, fases de inseguridad y perjuicio, por
quienes han tenido el privilegio de alcanzar la tercera edad.
La
depresión -en todas sus expresiones clínicas- puede ser tratada con éxito de
forma ambulatoria o mediante hospitalización, con la estrecha alianza del
paciente, de su médico, familiares y otros relacionados.
No
debemos olvidar, que esta enfermedad puede conducir al suicidio, por lo que no
debe ser subestimada por ningún miembro de esa alianza. ¿Estás deprimido/a? No
te quedes callado/a, ¡pide ayuda!
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