El movimiento social ha logrado un ascenso sostenido frente a las malas
acciones del gobierno y el gran empresariado, que entregan los recursos
naturales a transnacionales que lastiman el medio ambiente y el interés popular,
sobre todo contra la carestía de la vida y la corrupción propiciada desde el
poder.
Es muy evidente como se han deteriorado los servicios públicos que debe
facilitar el Estado, como son los de la salud, la educación (pese a la
propaganda de la “Revolución Educativa”) y el transporte público.
Se aprecia la inseguridad ciudadana; los casos escalofriantes de
feminicidios, el acoso y abuso infantil, la corrupción estatal, así como la
impunidad propiciada por una justicia venal al servicio del PLD y el
gobierno.
Los sectores afectados por los que detentan el poder y sus antecesores no
sólo se movilizan contra la pobreza y las injusticias, sino que expresan un
mayor nivel de conciencia política y capacidad de lucha.
Marcha Verde es un buen ejemplo de no limitar las demandas a reivindicaciones
económicas, sino también contra la corrupción que se propicia desde el Estado y
el emplazamiento a que se haga justicia.
En ciernes está la lucha por el incremento salarial de los trabajadores
privados y públicos, demandas por un mejor servicio del transporte para llegar y
regresar del trabajo, como a los centros de estudios.
Se puede palpar la sumatoria de los sectores medios de la sociedad, de los
obreros, trabajadores por cuenta propia, estudiantes, profesionales, campesinos
y religiosos... presentes en la Marcha Verde.
El auge de la subjetividad del movimiento social y político, las
contradicciones del poder, su evidente dispersión, nos anuncia, como decía
Antonio Gramsci, una crisis de hegemonía política y la caída estrepitosa del
presente gobierno y partido oficial.
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