Por
ANULFO MATEO PÉREZ
I
La
violación sexual se ha convertido en la República Dominicana
en una verdadera epidemia más que preocupante, si tenemos en cuenta como se han
multiplicado los casos y la frecuencia de homicidios contra mujeres y menores,
resultado de esta acción, así como las visitas al consultorio de psiquiatras y
psicólogos.
De
igual forma, podemos leer la gran cantidad de crónicas periodísticas que narran
sólo los hechos más impactantes de este fenómeno psicosocial, que son
reportados contra infantes de ambos sexos y distintas edades.
Estos
hechos se han agravados porque además de la violación sexual, los menores son
asesinados y cuyos victimarios guardan alguna relación parental, expresando en
el acto más de una aberración.
Entre
ellas son frecuentes la pedofilia, sadismo, necrofilia, incesto… aunque en
nuestro país se presentan con menos frecuencia hombres abusados sexualmente,
por lo general entre grupos de homosexuales.
Estos
últimos hechos se producen cuando las víctimas están en reclusión carcelaria o
en ambiente festivo bajo la embriaguez y otras drogas como la cocaína, heroína,
LSD, marihuana, crack y anfetaminas.
Este
tipo de abuso va acompañado del desenfreno de la violencia más cruenta, por las
grandes resistencias de las víctimas a sus victimarios para evitar ser
violadas, guardando por lo general el anonimato.
En
el caso de los hombres violados se da esta condición por las estructuras
psicológicas machistas predominantes en nuestra cultura; cuando es contra
mujeres y niños, por lo general lo exteriorizan.
Más
allá de las implicaciones legales establecidas, se expresa la ofensa moral que
se traduce en traumáticas repercusiones psicológicas e impacto social contra el
agraviado o agraviada, la familia y la sociedad.
II
Es
común la reacción depresiva-ansiosa luego de la violación sexual, con
sentimientos de culpa e ideación suicida; pesadillas evocando la escena y en
ocasiones cuadros psicóticos, haciendo necesaria la intervención rápida de la
familia y del psicoterapeuta para evitar en este caso que el paciente se quite
la vida.
Algunos
autores definen la violación sexual como “la introducción por la fuerza, la
coacción o el engaño, del miembro masculino en los genitales femeninos”, pero
esta no llena las expectativas al respecto.
Esta
definición, que al parecer coincide con el armazón legal sobre este delito, es
inexacta porque no recoge las circunstancias en que la violación puede ser
cometida por persona del sexo femenino.
En
este caso, al que nos hemos referido, puede suceder contra adultos,
adolescentes o infantes de su propio sexo o del opuesto, además, se puede
tratar de que victimario y víctima sean del sexo masculino.
Desde
otra perspectiva, se trata de una conducta sexual que conlleva hostilidad hacia
la víctima, aunque no haya penetración; se trata de un acto en que se fusionan
los impulsos sexuales y agresivos.
Esta
acción contra el abusado provoca un daño psico-social, incluyendo a parejas
legalmente unidas, pero emocionalmente separadas, y el hombre mediante el
chantaje o la violencia física posee a la mujer.
Cuando
está ausente la fuerza física, pero sí la coacción, el victimario y/o su
defensor legal niegan la violación, no obstante el uso del fraude, el engaño,
el chantaje, las falsas promesas y otras estratagemas.
El
violador es por lo general reincidente, pese a condenas legales y morales, por
lo que hay que aplicar programas de prevención, educación y sanciones más
severas, erradicando miserias sociales y económicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario