Han
pasado ya algunas décadas cuando en una reunión de colegas, convocada por el entonces
Ministerio de Salud Pública, aseveraba que la sociedad dominicana vivía un
proceso acelerado de “psicopatización colectiva”, juicio no compartido por
algunos, que lo consideraron un tanto exagerado y pesimista.
Meses
después, uno de los psiquiatras participantes en la reunión, y su esposa,
fueron cobardemente asesinados por su hijo adoptivo y sus cuerpos quemados en
un cañaveral de la región Este del país.
En
los últimos días, la sociedad viene siendo sacudida ante el atroz asesinato de
una mujer y sus tres hijos, por un hombre sádico, frío, desalmado… cuya
personalidad sociopática debe ser estudiada a profundidad.
De
manera, que hoy podemos apreciar cómo se ha multiplicado el crimen en toda su
complejidad, producto de un sistema político decadente que abona el terreno
para que proliferen esos hechos.
En
la llamada postmodernidad, los rasgos psicopáticos se observan en sujetos que con
frecuencia hallamos en las calles, el trabajo, reuniones sociales, y en quienes
sin ningún rubor hacen apología del delito.
La
angustia y el sufrimiento colectivo por la inseguridad están llegando a niveles
alarmantes, porque los sociópatas de ambos sexos han escalado puestos
encumbrados en las instituciones públicas y privadas.
En
todas las sociedades ellos buscan afanosamente el poder para someter a sus
víctimas, como sucede en países donde han controlado y aún controlan la presidencia
de la República ,
Congreso y Justicia.
La
operación Lava-Jato en Brasil, y su repercusión en otras naciones, ha llevado a
prisión a ex mandatarios, funcionarios subalternos y socios empresarios; claros
y dolorosos ejemplos de la sociopatía en la política.
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