Por ANULFO MATEO PÉREZ
Con
la decisión de ambas cámaras del Congreso de aplicar nuevas sanciones draconianas
contra Venezuela, el decadente imperio estadounidense continúa con su vieja
política exterior de hostigar a otros países, en franca violación al derecho
internacional y a las relaciones de paz entre naciones.
En
un ejercicio de cinismo e hipocresía, el republicano Ed Royce, manifestó que su
país "envía un mensaje contundente de apoyo a todos los venezolanos que
anhelan libertad, democracia y el imperio de la ley".
El
presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja de los
EEUU olvidó que mientras él se refiere en esos términos a Venezuela, en su país
se reprime y estalla el escándalo de las torturas de la CIA.
No
sólo eso, mister Ed Royce borró de su memoria que el agente de policía que mató
en agosto a Michael Brown, un joven afroamericano en Ferguson (Misuri), sigue
libre y no afrontará un proceso judicial.
El
senador demócrata Robert Menéndez, uno de los autores del proyecto de ley para
sancionar a Venezuela, fue investigado por el FBI por negocios turbios con
Aduanas en República Dominicana.
A las
injustas y abusivas medidas contra la patria de Bolívar, les preceden acciones
terroristas y conspiraciones, para socavar su estabilidad y propiciar el
derrocamiento del presidente Nicolás Maduro.
Lo
mismo ocurre contra Rusia y Cuba, afectadas por leyes extraterritoriales y
sanciones económicas arbitrarias que le provocan pérdidas billonarias, que
vulneran igualmente el derecho internacional.
Ante
que hostigar a otras naciones, bien debería EEUU estudiar por qué sus
manufacturas se han contraído, se acelera la transferencia de capitales y
tecnología hacia otros países y su deuda externa sobrepasa los 10 trillones de
dólares.
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