Por ANULFO MATEO PÉREZ
I
Se
avizora una crisis política a mediano plazo si el país no cambia de rumbo, dado
el franco deterioro del modelo en que se sustenta esta pseudo democracia, caracterizada
por la corrupción y el manto de la impunidad, inequidad en todos los ámbitos, represión
gubernamental y paraoficialista. Se
suman a esos factores, agudas contradicciones en la cúpula del poder político
en su sórdida lucha por el control absoluto del Estado y la preservación de
intereses grupales acumulados durante algo más de 14 años.
Esa
lucha mal disimulada se irradia hacia sus seguidores, y por lo visto tendrán
que caer algunos corruptos que se pasaron de la “raya de Pizarro” trazada por
el Departamento de Estado de Gringolandia.
Es
inocultable la putrefacción de los devaluados poderes del Estado, legislativo, judicial
y ejecutivo, que en firme alianza entre sí y junto al peledeismo gobernante
empujan a la confrontación social y política.
Se
agrega la indignación popular, que será cada vez mayor frente a tantas perversidades,
corrupción y justicia prostituida, articulada con las “mafias políticas” que abusan
del poder con absoluta impunidad.
Aunque
una gran parte de la prensa corporativa acalla o minimiza lo que acontece en
toda la geografía nacional, se advierten numerosas protestas por demandas
insatisfechas y las erráticas políticas estatales.
Los
dominicanos han llegado al hartazgo por los desafueros del gobierno de Danilo
Medina, y de otros que le precedieron, realidad que se pretende ocultar con multimillonarias
campañas mediáticas.
Guardando
cierta distancia, lo que ocurre en nuestro país nos recuerda el robo, dispendio,
desenfreno lascivo y juergas habituales de la decadente aristocracia europea del
siglo XVIII y XIX, que es mucho decir.
II
II
Se
avizora una crisis política al mediano plazo, si el PLD continúa aferrándose al
poder sin el respaldo de las mayorías, violentando las bases conceptuales de la
mentada y carcomida democracia representativa, apoyándose en el control
absoluto del Estado, JCE, TSE, TC y en la fuerza que estos le otorgan.
El
peledeismo gobierna sustrayendo los recursos públicos, aplicando el
clientelismo, envileciendo a una parte de la población que despierta y
ejerciendo un control social inspirado en el nacional socialismo alemán.
La
corporación morada NO se guía por las ideas liberales de Juan Bosch; sus
prácticas son neotrujillistas y neobalagueristas, que nos recuerdan también a la Alemania entre 1933 a 1945 y a Paul Joseph
Goebbels.
Así
como el PLD usa la política de la zanahoria, emplea el garrote contra
opositores y periodistas “desafectos”, verbigracia la acción de los paleros de
Leonel, olvidando que miedo y poder es una mezcla peligrosa.
Además
de auspiciar la corrupción, aplican la represión más primitiva para conculcar
derechos constitucionales e intimidar a los que NO asuman sus afanes
continuistas o se atrevan a confrontarlos.
El
PLD-gobierno encamina sus pasos hacia la consolidación del autoritarismo,
represión y exclusión, como signos de su acelerada crisis ética, moral y
política, así como de su progresiva decadencia.
El
continuismo peledeista y la proclama de gobernar hasta después de 2044, como lo
preconizara Leonel Fernández, es fruto del pánico de verse fuera del poder y
tener que responder a la justicia.
El
2016 podría retrotraernos a la crisis de 1978, por el ascenso de la oposición y
del movimiento popular; la lucha intestina en el PLD, su desgaste, previsible
fracaso electoral y tozudez para aceptar su derrota.
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