Raíces Radio

domingo, 21 de septiembre de 2014

Los de carácter envilecido

Por ANULFO MATEO PÉREZ

Analizando la conducta de ciertos intelectuales, o que presumen serlo, debe uno remontarse al 13 de febrero de 1936, cuando Américo Lugo le “enmendó la plana” a Trujillo. Lugo no pensó nunca que el envilecimiento de muchos de sus coterráneos, más de seis décadas después tendría en otros sus relevos, cuando el neotrujillismo fuera una realidad.

En su epístola dirigida al dictador, Lugo decía: “La excelsitud no se improvisa (…). “La actual generación dominicana es precisamente, en mi pobre concepto, la más desgraciada…”.

Lo atribuía a la Ocupación Americana de 1916, “que fue escuela de cobardía y envilecimiento, debilidad y corrupción, y cuya acción depresiva y deletérea destruyó la energía del carácter…”.

Lamentaba que se había perdido la seriedad de la palabra, la vergüenza en el obrar, dejando a un “pueblo muelle” despreocupado y descreído sobre esta “tierra de acción y de fe”.

Decía José Martí, que cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres.

Por eso Lugo llamó príncipe de la libertad a Francisco del Rosario Sánchez y reconoció a Meriño frente a Santana, a Luperón frente a España y a Emiliano Tejera frente a Báez.

A los lisonjeros de hoy, los mismos que hacen fila en el Palacio Nacional para saludar al presidente, les dejó este ejemplo de dignidad contenido en la siguiente frase dirigida a Trujillo.

“…que nadie pueda erróneamente figurarse que pertenezco a la farándula que sigue a Ud. como sigue a todos los potentados de la tierra, tratando de medrar a cambio de lisonjas”.

Al igual que Aristóteles, que entendía que “un montón de gente no es una república”, Américo Lugo decía tener la creencia, “cada vez más arraigada, de que el pueblo dominicano no constituye nación”.

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