Andar por este mundo con la ingenuidad al hombro, confiado sólo en la honestidad, el valor y el arrojo como fortificados escudos, es como ir a la guerra desprotegido de armaduras.
Si
usted tiene la virtud de ser honrado, trabajador, sincero y responsable, y
confía en extremo en sus flancos, entonces debo confesarle que corre el peligro
de caer en una emboscada artera, sufrir el fuego del francotirador despiadado,
que camuflado en el frondoso follaje de la mentira y la hipocresía, le lanzará
andanadas de envenenados dardos.
El
blanco será su anatomía espiritual, su moral, sus principios más
inconmovibles...
Y
por lo general, usted se dará cuenta de los ponzoñosos disparos al pasar los
años, cuando despierte de su encantamiento, resultado de la pestilencia de la
saliva y movimientos rastreros de su atacante.
¿De
quién hablo?
De
un reptil ofidio de cuerpo cilíndrico y largo, cabeza aplastada, piel escamosa
y con diversos colores, que puede vivir en la tierra o en el agua.
Hablo
de la culebra, que según su hábitat puede describirse como culebra ciega,
anfisbena, reptil saurio. O pudiera usted encontrarla en lugares rocosos y
poblados de zarzas, que se alimenta de insectos y lagartijas, a ésta se le
llama culebra coronela.
Otra
variedad es la cascabel, crótalo, más conocida por su peculiar sonido cuando se
prepara para atacar a sus víctimas.
Se
conoce también la culebra collar o de agua, cuya piel tiene un color blanco
amarillento y sus escamas son fuertes y aquilladas, ésta es semiacuática y se
alimenta de peces y ranas.
Así
como hay variedades de culebras, existen variedades de hombres. En ocasiones
muy difícil de distinguir su condición de tales, a la de reptiles ofidios.
"Los
mediocres, más inclinados a la hipocresía que al odio, prefieren la
maledicencia sorda a la calumnia violenta. Sabiéndose que ésta es criminal y
arriesgada, optan por la primera, cuya infamia es subrepticia y sutil. La una
es audaz, la otra es cobarde".
Así
los describía José Ingenieros, hace ya bastante tiempo, en su libro "El
hombre mediocre".
Ese
que pulula en nuestro medio, en todas partes. El que se la ingenia para flotar
como el corcho, el que modela ideas y conductas aprendidas como en los libretos
del teatro.
Ese
que no tiene talento para trascender por sus aportes y esfuerzos neuronales,
sino por su bien aprendidas manipulaciones y movimientos de reptil ofidio.
El Nacional y Barrigaverde.net8 de agosto, 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario