Por ANULFO
MATEO PÉREZ
En
nada me sorprenden los disturbios y las acciones altisonantes en Venezuela,
propiciados por la ultraderecha, con el aliento, dirección e inmensos recursos
de la CIA para
crear inestabilidad política y dar un Golpe de Estado “suave”, tal como lo
recomienda el manual elaborado por Gene Sharp.
Venezuela
es atacada por el imperio estadounidense y sus aliados porque juega un papel
relevante en la unidad latinoamericana y caribeña expresada en la Alba, Unasur, nuevo Mercosur,
Petrocaribe y Celac.
Las
acciones conspirativas contra ese país suramericano están motivadas, además,
por poseer las mayores reservas de hidrocarburos del planeta, recursos
estratégicos no renovables al que aspiran los Estados Unidos.
El
propósito es derrocar al presidente Nicolás Maduro y crear una crisis regional
en cascada que afecte a Cuba, Bolivia, Ecuador, Brasil, Nicaragua, El Salvador,
Argentina, Uruguay, Chile… para revertir sus procesos.
El
valladar para EEUU es que no cuenta con los militares venezolanos ni con ningún
sector social fundamental, salvo la ultraderecha. No obstante, la provocación
imperialista no deja de ser peligrosa.
Oportuna
y eficaz resulta la solidaridad latinoamericana con Venezuela, la unidad de su
pueblo y firmeza de sus líderes, derrotando así los inmensos recursos mediático
de la CIA y sus
métodos neofascistas.
El
relanzamiento del Golpe de Estado en Venezuela, ahora con algunas innovaciones
en el método, ha fracasado como el puesto en marcha el 11 de abril de 2002 contra
el presidente Hugo Chávez.
Ahora
Venezuela no tiene otra alternativa que no sea responderle al imperio con más tesón,
más transformaciones revolucionarias y
más socialismo del siglo 21, como lo soñó y por lo que luchó el comandante
Chávez.
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