Raíces Radio

sábado, 18 de enero de 2014

Tragicomedia


Por ANULFO MATEO PÉREZ

Cuando aún no estaba en el debate público, tuve el privilegio de tener en mis manos una versión mimeografiada de la Perestroika, gracias al gesto de un amigo del cuerpo diplomático soviético, que me advertía  leer con ojos críticos, discreción y cuidado, para que luego pudiera darlo a conocer a otros que debían prepararse para lo que se acercaba.

Más tarde, le expresé mis opiniones sobre su contenido y en particular la preocupación por lo que podría pasar con Cuba, blanco permanente del imperio. El me aseguraba, que al menos una agresión militar no estaba en el horizonte, pero que el impacto de la aplicación de esa tesis podía llevarse de paro a los países socialistas de Europa, y que Cuba podía quedar mucho más bloqueada y en mayores riesgos que nunca.

La Perestroika borró lo que quedaba del Estado Soviético fundado por Lenin y dio pasaporte para mirar hacia occidente, pasando las riquezas de cientos de millones de personas a pocas manos, en un abrir y cerrar de ojos; un despojo nunca visto en la historia de la humanidad. Y los males que se pretextaron extirpar, se multiplicaron a niveles exponenciales inimaginables.

Mijail Gorbachov, sepulturero de la URSS, padre de la Perestroika y la glasnost, “transparentó y liberalizó” el accionar de los estamentos estatales y facilitó que Estados Unidos se erigiera en un poder unipolar, tirando por la borda la sangre de 27 millones de soviéticos, que combatieron contra el fascismo y en defensa del naciente estado socialista.

Precediendo y distante de los sucedido en la URSS, el 30 de mayo de 1961, el toque de clarín anunciando libertad y democracia en nuestro país, vino con la sorpresa de que el patrimonio público tenía nuevos dueños. Ilustres ciudadanos despojaron al pueblo de esas riquezas: como hace el cuatrero de baja estofa con la res, que al descuartizarla ni siquiera guarda las vísceras y el cuero.

Ahora se exige “glasnost” y “perestroika” por todas partes. Una pérdida de tiempo; una demanda innecesaria. Mirando el espejo de los ex países socialistas de Europa, aquí hay de todo como en botica, expuesto ante los ojos y oídos de los dominicanos; mucha corrupción, que es franca y abierta, igual que la impunidad y la falta de vergüenza.

Con crisis alimentaria, petróleo caro y voces que claman austeridad, los patriotas diputados se elevan el sueldo. En el Senado, la fiesta es a dos orquestas. Y para que todo salga a pedir de boca, el Poder Ejecutivo y el Judicial, al compás del Congreso, están más afinados que la filarmónica de Viena, para garantizar que ese orden -¿o desorden?- continúe su agitado curso.

Hipocresía aparte, debe admitirse que el escándalo de la Cámara de de Cuentas se inserta en ese proceso, como una tragicomedia. ¿Quién recomendó, sometió terna y nombró a esos distinguidos señores para conformar el organismo que debe auditar el queso que las ratas de dos patas se llevaron entre las uñas? ¿El chinero de la esquina? Todos sabemos cómo se deciden esas cosas.

29 de junio, 2008.

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