Un grupo de jóvenes
habíamos decidido hacer una travesía por la cordillera Central, sin
proponérnoslo, para desafiar a la muerte. En mayo de 1966, el día del árbol,
iniciamos el viaje en un viejo autobús desde San Juan de la Maguana hasta Constanza,
tomando el escabroso camino que atraviesa a San José de Ocoa.
Se trataba de un
grupo de boy scouts, que deseaba la vivencia de cómo llegar al Cibao, sin tener
que hacer la ruta obligada por Santo Domingo ni la carretera Internacional.
Estando entre
montañas y precipicios y casi al oscurecer, el chofer se desmontó, y moviendo la
cabeza de un lado a otro, dijo que no seguiría esa ruta tan peligrosa y que
prefería devolverse.
Con pasión
convencimos al conductor del vetusto vehículo a continuar la marcha.
En un ambiente
húmedo y frío, bajaron los scouts de mayor edad, y quitando rocas y otros
obstáculos del camino, iban haciendo el trillo para continuar el viaje entre
precipicios y elevaciones monumentales hasta llegar a las Pirámides. Pasado el
susto, todo se hizo más fácil y llegamos a Constanza.
Desafiando a la
muerte, habíamos llegado al valle encantado con olor a rosas y pintado de
montecasinos, donde casi siete años antes, -el 14 de junio de 1959- había pisado
un puñado de valientes que, procediendo de Cuba, aterrizó bajo el mando del
excapitán Juan de Dios Ventura Simó, para combatir la dictadura trujillista.
En un gigantesco
vivero de plantas endógenas nos encontramos con el presidente provisional de la República Héctor
García Godoy, a quien todos de buenas ganas estrechamos la mano, minutos antes
del inicio del acto donde se dejaba inaugurada una jornada de reforestación.
Hace unos años,
escribí una crónica para tomarle el pelo a los lectores del diario digital
Barrigaverde.net, narrando que un viejo sueño se hacía realidad con el inicio
de los trabajos de la autopista Sur-Cibao, la cual sería de cuatro carriles,
con túneles, paradores y un trencito que llevaría a turistas desde esa vía
hasta el pico Duarte de la Cordillera
Central.
Como siempre
ocurre, muchos lectores no llegaron al final de la crónica, ignorando que se
trataba de una broma el día de los Santos Inocentes, siendo 28 de diciembre. Llamadas
telefónicas, faxes y correos electrónicos se entrecruzaban desde Estados
Unidos, Europa, América Latina y otras latitudes. El Asunto, tomado en serio,
se esparció como reguero de pólvora.
El obispo de la
diócesis de San Juan, monseñor José Dolores Grullón Estrella, un sanjuanero
nacido en Guayabal de Santiago de los Caballeros, antes y después de la broma y
siguiendo el trillo de los animales que van y vienen del Cibao, ha insistido
como un Quijote en hacer ese camino a pico y pala desde la comunidad rural de
El Ingeñito.
Por
iniciativa del senador de la provincia San Juan, Ramón de la Rosa, la broma se va
convirtiendo en verdad, y acaba de ser acogida por la Comisión de obras
públicas del Senado. Tengo la certidumbre de que en algunos años, muchos
sureños comenzarán a hablar con la “i” y otros tantos cibaeños con la “r”.
14 de septiembre, 2008.
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