Por ANULFO MATEO PÉREZ
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La clase y sectores políticos gobernantes simulan ignorar, que todo
poder generará una determinada resistencia, dando lugar a una
correlación o medida particular de fuerzas en confrontación. No se trata
de una simple relación de dominio, sino una relación mutua de
enfrentamientos y luchas.
En nuestra realidad nacional se han presentado momentos de agudización
de esas contradicciones, hasta el punto que se ha roto el orden social y
político (Abril, 1965) y otras veces de atenuación de las mismas.
En un capitalismo atrasado, dependiente y neoliberalizado, como el que
predomina en la República Dominicana, la relación fundamental entre
capital y trabajo es y seguiría siendo la acumulación y la explotación.
Sectores conservadores han tenido que admitir que la humanidad padece un
“capitalismo salvaje”, que no sólo empobrece a los pueblos, sino que
atenta contra la vida de los más débiles y del planeta.
El poder que detenta el PLD se ha vuelto frágil y continuará ese
derrotero, porque el mismo se ha sustentado y se sustenta en reducir a
los trabajadores a la “vegetación biológica”, como decía Antonio
Gramsci.
Es decir, esa corporación político-económica y sus dirigentes, han
apostado sólo a la coerción, al pensamiento único y la manipulación
ilimitada contra trabajadores, sectores marginales y medios de la
sociedad.
Gramsci explicaba que al sustentar el poder en esos débiles recursos, de
los que hacen gala los que dicen llamarse discípulos de Juan Bosch, no
se debía hablar de “poder del Estado”, sino sólo de un “disfraz de
poder”.
Y con el permiso de Gramsci, podría agregar, que ese poder depredador
perdería su antifaz, si el gigante logra despertar y liberarse de sus
artimañas, abriéndole el paso al cambio político y social.
9/octubre/2013
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