Raíces Radio

domingo, 20 de agosto de 2023

Ayuda psicológica en San Cristóbal



Por ANULFO MATEO PEREZ 
I

Oportuna y necesaria es la asistencia médica y particularmente psicológica a la población afectada tras la explosión e incendio en San Cristóbal, con decenas de víctimas mortales y otras por traumas y quemaduras, que están recibiendo asistencia en hospitales y centro médicos privados

Ante este tipo de trauma colectivo, deben valorarse las consecuencias psicológicas de la población afectada, de la mano de equipos de psiquiatras, psicólogos, coordinados por las autoridades sanitarias.

Por el impacto psicológico acontecido en la población las demandas de servicios especializados se tornan variados, los cuales pueden ser divididos en varias fases, por la complejidad de la situación imperante.

El terapeuta contacta y conecta con las víctimas; ofrece protección, seguridad e información veraz; facilita la comprensión de todo lo acontecido; asesora procurando la resiliencia en los familiares de los afectados.

Asimismo, los profesionales intervienen mediando en los conflictos; identifica y reduce los pensamientos distorsionados que puedan surgir; explicar las reacciones lógicas que hay en las reacciones emocionales.

De igual forma, los terapeutas valoran las repercusiones cognitivas, fisiológicas y conductuales que pudieran manifestar los implicados; dar claves para reducir las reacciones de ansiedad y angustia.

También es necesario procurar que los afectados duerman adecuadamente, se alimenten e hidraten; indagar si hay psicopatología previa; fomentar y reforzar las estrategias de afrontamiento.

En estos casos, el equipo profesional debe contactar el sentimiento de control y de autoeficacia de los afectados; examinar factores de vulnerabilidad y protección; identificar posibles derivaciones profesionales.

II

En este u otro acontecimiento tan conmovedor como el ocurrido con la explosión en San Cristóbal, con decenas de fallecidos y heridos, se debe buscar apoyo social y/o de profesionales de la salud mental, así como preparar a familiares cuando se trate de reconocer los cadáveres.

También, es de sumo valor en el momento del sepelio de las víctimas de la tragedia, el acompañamiento solidario de parte de profesionales de salud mental, en caso de que el familiar afectado así lo solicite.

En fases posteriores, es posible que la ayuda psicológica sea demandada para dar seguimiento, observar el proceso de asimilación de la pérdida, asistir para elaborar el duelo y comprobar los cambios en el estilo de vida.

Asimismo, el equipo de salud mental valora las estrategias de afrontamiento, la autoestima o el sentimiento de autoeficacia, auxilio en la toma de decisiones y valora los aspectos biopsicosociales del afectado. El seguimiento es sumamente importante, porque debe precisarse si la persona ha logrado rehacer su vida y adaptarse al cambio provocado por el impacto del trágico suceso, tratándose de algo traumático e inesperado.

De ningún modo se trata de que el afectado o afectada borre de su memoria lo acontecido en la tragedia, sino evitar que la persona quede atrapada en los recuerdos recurrentes de carácter angustiosos y depresivos.

En cuanto al personal de rescate y apoyo, es oportuno precisar que este puede experimentar sentimiento de satisfacción por la ayuda ofrecida, pero de igual manera puede experimentar reacciones negativas.

Investigadores han destacado el impacto y deterioro psicológico a largo plazo, por el que pasaron los miembros socorristas profesionales, como ocurrió luego del bombardeo (1945) en Hiroshima y Nagasaki, Japón.

y III

A los miembros del equipo de rescate y apoyo, a largo plazo se les identifican como «las víctimas ocultas de los desastres», por la elevada exigencia emocional que demandan estas circunstancias de trabajo, como ocurre con el personal en UCI.

Este personal se enfrenta a riesgos debido a la elevada exigencia emocional, pudiendo presentar «síndrome de fatiga por compasión», «desgaste por empatía» o «estrés traumático secundario». Del protocolo se aplicarán varias medidas y dependen de la cadena de mando.

En el primer nivel, se formará el personal y aplicará un cuerpo de intervención que agilice las distintas labores y simulacros de entrenamiento.

En un segundo nivel, se deben tener en cuenta las vicisitudes por las que están pasando los intervinientes en su vida privada, antes de enviarlos a esa labor, programar turnos para descanso y apoyo material para su trabajo.

En el tercer nivel, ofrecer apoyo afectivo y reconocer las tareas realizadas para la institución que representan y para la sociedad. Al término del trabajo, se marcará la fecha para esa actividad, supervisión afectiva y retroalimentación.

La capacidad de mantenerse estable o recuperarse de los posibles traumas psicológicos, se conoce como resiliencia, la habilidad para resistir o adaptarse a situaciones difíciles, y se expresa como crecimiento interior.

Este «crecimiento postraumático», se asocia con una percepción renovada de la vida, un cambio en las prioridades, de nuevas oportunidades, fortalecimiento interior, mejoría de las relaciones personales.

El apoyo psicológico en situaciones de emergencia y crisis consiste en movilizar mecanismos innatos y adquiridos de resiliencia de los afectados, con intervenciones en las tres fases, basadas en la evidencia demostrada.

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