Este es un país en el que predomina un sistema político,
social y económico irracionalmente injusto, que nos lleva al abismo sin respuestas
para impedir el sufrimiento de millones de personas, que pese a su
laboriosidad, honradez y “buenas costumbres” vive una tragedia lastimosamente
inenarrable.
En esta media isla de héroes, heroínas, mártires… que se
entregaron en cuerpo y alma a la lucha por la fundación de la República, la
libertad y justicia social, vemos como son olvidados por quienes nos han
desgobernado.
Parte el alma lo que está sucediendo con los médicos,
enfermeras, entre otros jubilados y pensionados, que laboraron en hospitales
del Estado asistiendo a la población más desvalida.
Tras entregar lo mejor de sí para asistir a los más pobres,
al final de sus vidas los médicos no reciben una remuneración digna por su
pensión o jubilación, careciendo de los recursos para cuidar de su propia
salud.
Hay casos de especialistas que ganaron concursos de
oposición para optar como “jefes de servicios” y trabajaron con “tarjetas” de
médicos generales, con sueldos de miseria y luego jubilados en esa condición.
En tanto, otros ocupaban esos puestos como “botellas”,
residiendo en el país o en el extranjero, por sus vínculos politiqueros con el
poder, sacrificando a quienes desempeñaban sus funciones de “jefes de servicio”.
Es indignante ver a médicos enfermos, jubilados y
pensionados por el Estado, sin casa propia, sin un modesto vehículo, sin seguro
de salud que cubra sus necesidades básicas; sobreviviendo con una alimentación
precaria.
Y mientras esto sucede, resaltan
a la vista personajes que nunca laboraron en el Estado, con jubilaciones
privilegiadas y cuentas millonarias en bancos nacionales y extranjeros.
¡Paradoja de la vida!
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