Raíces Radio

domingo, 28 de marzo de 2021

¿Pandemia en salud mental?


    Por ANULFO MATEO PEREZ

    I

    Los efectos psicológicos, neurofisiológicos, sociales y económicos de la pandemia porCovid-19 están siendo valorados por expertos en diferentes partes del mundo, alertando de la posibilidad de un impacto a la salud mental, que afectaría a la población mundial, agravada por el confinamiento, entre otras causas.

    La investigación al respecto tendrá que ser sustentada por agencias de financiación, que se coordinarían con investigadores de alto nivel, garantizando así el abordaje de las prioridades científicas.

    Es necesario tomar en cuenta las necesidades de las personas afectadas en su salud mental para ser satisfechas de forma eficaz, lo que obliga a mantener estándares de investigación apegados a métodos científicos.

    Para garantizar que la investigación sea de alta calidad es indispensable la colaboración internacional y una perspectiva global de las condiciones en el ámbito psico-social y económico de impacto en la población.

    Una de las prioridades serían los adultos mayores, que son siempre los más vulnerables en las condiciones de la actual pandemia, para analizar la manera de mitigar las consecuencias en su salud mental.

    Es prioritario descubrir y evaluar aspectos psicológicos, sociales y neuro-científicos de la actual pandemia para hacer frente a la situación por la que atraviesan las personas, integrando disciplinas y sectores.

    Están a la vista los efectos psicológicos y socio-económicos directos e indirectos de la pandemia por Covid-19 en la mayoría de la población, condiciones que pueden mantenerse ahora y en el futuro.

    Es mucho más grave, si el coronavirus infecta el cerebro o provoca respuestas inmunes, que tendrían efectos adversos adicionales sobre la función cerebral y la salud mental en pacientes con la Covid-19. 

    II

    La investigación científica en el marco de los efectos de la pandemia por Covid-19, permitiría crear las herramientas necesarias para asistir a la población afectada en su salud mental y estar preparados para nuevos brotes y períodos críticos de encierro, como alertan expertos en Reino Unido en cuanto a su manejo integral.

    De capital importancia es investigar el relativo aislamiento social y sus consecuencias en el bienestar de las personas que padecen de ansiedad, depresión, insomnio, irritabilidad, entre otros síntomas.

    Mueve a preocupación el impacto de la pandemia de coronavirus en el agravamiento de los trastornos mentales en los pacientes crónicos, por la dificultad para acceder a los servicios especializados y a los medicamentos.

    En estas circunstancias, la problemática de los pacientes mentales se Irradian a los demás miembros de la familia, especialmente a niños y personas mayores, que son lógicamente los más vulnerables.

    Sería de gran utilidad para los especialistas, conocer del Covid-19 como precursor de la ansiedad, depresión, así como el posible incremento del suicidio en la población general y su posible mitigación.

    A finales de febrero de 2003, la epidemia del síndrome respiratorio agudo severo, una neumonía atípica, se reconoció por primera vez en Hanoi, Vietnam, que se asoció a un aumento del 30% del suicidio.

    La curva ascendente del suicidio es evitable, si conocemos las medidas que pueden adoptarse en un período como atraviesa la población o en períodos más críticos de rebrotes de la pandemia por coronavirus.

    Como he afirmado con anterioridad, es probable que las potenciales consecuencias de una recesión económica mundial impacten con dureza en la salud mental de las personas y sus tutores a nivel global.

    III

    La OMS, en estudios epidemiológicos en distintos países afectados por la pandemia de coronavirus, divulgó que esta se asoció con un aumento del 30 por ciento en el suicidio en las personas de 65 años y más. Dijo, además, que alrededor del 50 por ciento de los pacientes recuperados permanecieron ansiosos y deprimidos.

    De igual manera, las investigaciones determinaron que el 29 por ciento de los trabajadores de la salud que asistieron a pacientes con Covid-19 experimentaron angustia emocional probable, entre otras molestias.

    Los supervivientes al síndrome respiratorio agudo por el coronavirus, corren el riesgo de sufrir un trastorno de estrés postraumático y depresión, recordando sus días difíciles en la sala de cuidados intensivos.

    Muchas de las consecuencias anticipadas de la cuarentena y las medidas de distanciamiento social y físico asociadas, son en sí mismas factores de riesgo clave para los problemas de la salud mental a nivel global.

    Además del suicidio, se reportan autolesiones, abuso de alcohol y sustancias narcóticas, juegos de azar, abuso doméstico e infantil, anomia, acoso cibernético, agobio, estrés económico, duelo, desempleo…

    La prioridad de las autoridades sanitarias en estos momentos debe ser el establecimiento de monitoreo e informar sobre tasas de ansiedad, depresión, autolesiones, suicidios y otros de la población.

    Estas acciones deberían adoptarse a nivel general y en los grupos vulnerables, incluidos los trabajadores de primera línea, como son los médicos, enfermeras, técnicos sanitarios, entre otros.

    Realizadas las investigaciones respecto al Covid-19, los datos serán vitales para determinar los mecanismos causales asociados con la mala salud mental, incluyendo soledad, atrapamiento, y las medidas a tomar.

    IV

    La salud mental colectiva estará aún más en riesgo en el futuro inmediato, por las expectativas de brevedad de la pandemia por coronavirus, y la dura realidad de su prolongación por el constante desconocimiento de los protocolos preventivos del contagio y los rebrotes por esa misma causa.

    Mientras se establecen las características de una posible pandemia en salud mental y su manejo sanitario, las personas deben seguir ciertas medidas de autocuidado, para su equilibrio emocional.

    Esas medidas son excepcionalmente buenas para la salud física y mental, y pueden ayudar a tomar control de las emociones y conducta, cuidando cuerpo y mente, y para sintonizar de manera adecuada con otros.

    Debemos dormir bien, unas ocho horas. Una estupenda decisión es acostarse y levantarse a la misma hora todos los días; ese horario debe seguirse de forma cuidadosa sin interrupción de esa saludable rutina.

    Hacer actividad física de manera regular, evitando que sea agotadora; realizarla ayuda a reducir la ansiedad y mejora el estado de ánimo, al liberarse las endorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad. 

    Pese a las medidas de distanciamiento físico, debemos salir al aire libre, garantizando la distancia con otras personas; tomar un sendero natural, una vía no muy concurrida o cualquier otro espacio seguro.

    Realizar una dieta balanceada y ejercitarse todos los días. No ingerir cafeína después de las 3:00 de la tarde; así se evita el insomnio, que agrava el distrés, la ansiedad y la angustia. No consumir alcohol u otras drogas.

    Debemos limitar el tiempo frente a las pantallas de los dispositivos electrónicos; es saludable apagarlos 30 minutos antes de dormir, sean estos TV, tableta, PC o teléfono móvil. ¡A relajarse y a “recargar las pilas”! 

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