Por ANULFO MATEO PEREZ
Es comprensible que la Junta Central Electoral (JCE) asuma
el bochornoso papel que hasta el momento hemos observado, si reconocemos
que esta ha sido conformada siempre por el oficialismo como un traje a
la medida para defender sus intereses, por lo general contrarios a los
de las grandes mayorías.
Y esto sucede, sin ninguna respuesta contundente que impida los
desmanes del poder, que se empeña en irrespetar la voluntad de quienes
aún confían en esa JCE y depositan su voto para legitimar esa farsa.
Lo mismo ocurre en el Congreso, convertido en un mercado persa para
aprobar proyectos de leyes que favorecen sólo al oficialismo y al gran
capital, mientras se despilfarran los recursos públicos.
La misma suerte han corrido el Tribunal Superior Electoral (TSE) y el
Tribunal Constitucional (TC), a donde la partidocracia eleva sus
instancias y son manipulados por el gobierno, al tener estos la misma
factura de la JCE.
Mediante la manipulación, chantaje y compra de voluntades, el Partido
de la Liberación Dominicana (PLD) se ha mantenido en el poder durante
cinco períodos, con una interrupción de cuatro años donde nada cambió.
Y cuando cambió, fue para el desastre. Ahora tenemos más corrupción,
más impunidad, más desempleo, más insalubridad, más inseguridad
ciudadana y el dispendio del 4 por ciento para la educación.
Cuando se plantea modificar la Constitución para favorecer la
repostulación y reelección de Danilo Medina, se apuesta a multiplicar
esos males y prostituir aún más el ya putrefacto Poder Judicial y el
sistema político.
Entonces, no es un extremismo afirmar que sólo con la movilización
popular se impide la consolidación de esta dictadura, que por su
naturaleza podría pasar de Castaños a las más oscuras de las tinieblas.
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